Revista Internacional de Sociología 81 (1)
enero-marzo, e225
ISSN: 0034-9712, eISSN: 1988-429X
https://doi.org/10.3989/ris.2023.81.1.21.66

EMPLEO Y CUIDADO EN FAMILIAS ESPAÑOLAS CON SITUACIONES DE DEPENDENCIA: DILEMAS, PRÁCTICAS Y COSTES

EMPLOYMENT AND CARE IN SPANISH FAMILIES WITH DEPENDENCY SITUATIONS: DILEMMAS, PRACTICES AND COSTS

Marta Seiz

UNED

https://orcid.org/0000-0001-9152-2100

Resumen

Pese al creciente interés por la conciliación de la vida laboral y familiar en España, la investigación se ha centrado fundamentalmente en parejas con menores sin dificultades añadidas. Este artículo amplía el conocimiento existente al explorar esta cuestión en familias con algún miembro dependiente por discapacidad, enfermedad crónica o edad avanzada. Partiendo de la Encuesta de Cuidados a Dependientes del Centro de Investigaciones Sociológicas, se realiza un análisis descriptivo y de regresión de los dilemas encontrados, la organización concreta de las familias y los costes asociados. Los hallazgos evidencian dificultades considerables para compatibilizar el empleo y el cuidado en un contexto de escaso apoyo institucional e importantes necesidades materiales. Como consecuencia, los hogares se enfrentan a situaciones de elevada vulnerabilidad económica y sus miembros ven mermada su satisfacción laboral y vital.

Palabras clave: 
Conciliación de la vida laboral y familiar; Cuidados; Dependencia; Vulnerabilidad
Abstract

Despite an increasing interest in work-family balance in Spain, research has predominantly focused on couples with children without any additional difficulties. This manuscript expands existing knowledge by exploring this issue in families with dependent members due to disability, chronic conditions, or advanced age. Drawing on Centro de Investigaciones Sociológicas’ Survey on Dependent Care [Encuesta de Cuidados a Dependientes] descriptive and regression analyses are performed to assess work-family balance dilemmas, the strategies used to face them, and associated costs. The findings reveal considerable difficulties to reconcile employment and care in a context of scant institutional support and notable material needs. As a result, households face situations of high economic vulnerability and their members see their satisfaction with work and life reduced.

Keywords: 
Care; Dependency; Vulnerability; Work-family balance

Recibido: 07/04/2021. Aceptado: 18/04/2022. Publicado: 28/03/2023

MARTA SEIZ es doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la Universitat Pompeu Fabra. Actualmente, trabaja como investigadora Juan de La Cierva Incorporación en el Departamento de Sociología II de la UNED. Sus principales áreas de investigación se sitúan en la interfaz entre la demografía, la sociología de la familia y la estratificación social. Entre ellas, se encuentran los procesos de formación familiar contemporáneos, la interrelación de las trayectorias familiares, socioeconómicas y de salud y las desigualdades en la división del trabajo en el ámbito familiar.

Cómo citar este artículo/Citation: Seiz, M. 2023. Empleo y cuidado en familias españolas con situaciones de dependencia: dilemas, prácticas y costes. Revista Internacional de Sociología 81(1):e225. https://doi.org/10.3989/ris.2023.81.1.21.66

CONTENIDO

INTRODUCCIÓN

 

Las últimas décadas han sido testigo de un creciente interés por la conciliación de la vida laboral y familiar, así como por las desigualdades de género en este terreno. En la sociedad española, han aumentado notablemente las parejas de doble ingreso, particularmente entre cohortes más jóvenes (Castro Martín y Seiz Puyuelo 2014Castro Martín, T. y Seiz Puyuelo, M. 2014. “La transformación de las familias en España desde una perspectiva sociodemográfica. Documento de trabajo 1.1. Pp. 1-35 en VII Informe sobre exclusión y desarrollo social en España, editado por F. Lorenzo Gilsanz. Madrid: Fundación FOESSA. ). Investigaciones previas han profundizado en las características de la división intrafamiliar del trabajo y las dificultades para compatibilizar el empleo y los cuidados (González y Jurado Guerrero 2015González, M. J. y T. Jurado Guerrero (eds.). 2015. Padres y madres corresponsables. Una utopía real. Madrid: Catarata. ; Ajenjo Cosp y García Román 2014Ajenjo Cosp, M. y J. García Román. 2014. “Cambios en el uso del tiempo de las parejas ¿Estamos en el camino hacia una mayor igualdad?”. Revista Internacional de Sociología 72(2): 453-476. https://doi.org/10.3989/ris.2012.05.28. ). No obstante, el debate académico y social sobre conciliación se ha centrado mayoritariamente en parejas de clase media, con hijos o hijas pequeñas y sin dificultades añadidas. Los estudios sobre los obstáculos encontrados por las familias especialmente vulnerables son aun relativamente escasos.

Respecto a las familias en las que algún miembro presenta discapacidad, enfermedades crónicas o necesidades de cuidado asociadas a la dependencia, existen pocos estudios que pongan específicamente el foco en la compatibilización de la vida laboral y familiar en el caso español (Martínez-Figueira, Varela Crespo y De Valenzuela 2016Martínez Figueira, M. E, L. Varela Crespo y A. L. De Valenzuela Bandín. 2016. “Diversidad y conciliación en Galicia”. Revista Prisma Social, 16: 111-155.; Vilaplana 2010Vilaplana, C. 2010. “Conciliación entre vida laboral y cuidados informales a personas mayores dependientes en España”. Revista de Economía Laboral 7(1): 85-125. https://doi.org/10.21114/rel.2010.01.04.). La mayoría de las investigaciones sobre personas en situaciones de discapacidad o enfermedad crónica han puesto el foco en su salud, calidad de vida y trayectorias económicas (Jiménez Lara 2019Jiménez Lara, A. (ed.). 2019. Informe Olivenza 2019, sobre la situación general de la discapacidad en España. Observatorio Estatal de la Discapacidad. ; Rodríguez Rodríguez 2017Rodríguez Rodríguez, R. M. (ed.). 2017. “La inclusión de las personas con discapacidad en España”. Panorama social 26. ). Asimismo, existe abundante literatura sobre las exigencias que recaen sobre quienes cuidan de personas en etapas avanzadas de la vida (Cano 2018Cano, T. 2018. “Los cuidados en la práctica. Clase social y estrategias familiares en el cuidado a mayores con dependencias severas”. Revista Internacional de Sociología 76(3): 103. https://doi.org/10.3989/ris.2018.76.3.17.01. ; Abellán et al. 2017Abellán, A., J. Pérez, A. Ayala, R. Pujol y G. Sundström. 2017. “Dependencia y cuidados”. Pp. 169-232 en Informe España 2017, coordinado por A. Blanco, A. Chueca y J.A. López-Ruiz. Madrid: Cátedra José María Martín Patino de la Cultura del Encuentro, Universidad Pontificia Comillas.; Vilaplana 2010Vilaplana, C. 2010. “Conciliación entre vida laboral y cuidados informales a personas mayores dependientes en España”. Revista de Economía Laboral 7(1): 85-125. https://doi.org/10.21114/rel.2010.01.04.; Rogero García 2009Rogero García, J. 2009. Los tiempos del cuidado: el impacto de la dependencia de los mayores en la vida cotidiana de sus cuidadores. Madrid: Instituto de Mayores y Servicios Sociales. ); fundamentalmente, mujeres de mediana edad que no forman parte de la población activa. Si bien es un hecho constatado que quienes cuidan de personas mayores encuentran serias dificultades para mantenerse en el mercado laboral (Rogero García 2009Rogero García, J. 2009. Los tiempos del cuidado: el impacto de la dependencia de los mayores en la vida cotidiana de sus cuidadores. Madrid: Instituto de Mayores y Servicios Sociales. ), se ha prestado menos atención a los retos que afrontan quienes conviven con personas con discapacidad o enfermedades crónicas. Hay literatura reciente (Martínez Buján 2019Martínez Buján, R. 2019. “Cuidados con ‘sentido común’: desafíos, vacíos y contradicciones”. Investigaciones Regionales, 44: 111-124. ) que encuentra que las mujeres también son cuidadoras principales en este caso. Se ha observado asimismo que quienes cuidan de personas dependientes frecuentemente abandonan el empleo, dedican un tiempo muy sustancial al cuidado y experimentan dificultades económicas y problemas de salud (Durán 2015Durán, M. Á. 2015. “Dependientes y cuidadores: el desafío de los próximos años”. Revista del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales 60: 57-73.). No obstante, faltan investigaciones que profundicen en detalle en las preferencias y necesidades de quienes se encuentran en estas situaciones; en las alternativas específicas a su alcance; en su relación concreta con el empleo y el tiempo necesario para el cuidado, y en el impacto sobre distintas dimensiones del bienestar individual y familiar.

El presente estudio busca, precisamente, aproximarse a la vivencia y la organización interna de las familias con algún miembro dependiente por discapacidad, enfermedad crónica o edad avanzada, poniendo el foco en tres dimensiones: 1) los dilemas y conflictos relacionados con las necesidades económicas y de cuidado en estos hogares, las preferencias personales sobre la compatibilización del empleo y el cuidado y las posibilidades reales de llevarlas a cabo; 2) las prácticas concretas de quienes conviven con personas dependientes respecto al trabajo remunerado y no remunerado, prestando atención a las diferencias por sexo, y 3) los costes personales y familiares derivados de todo lo anterior. Para ofrecer una contextualización más clara del alcance de sus dificultades, se realiza una comparación, a efectos ilustrativos, con otro grupo habitualmente sujeto a constreñimientos significativos relacionados con la conciliación: el de las familias con menores sin situaciones de dependencia.

Este análisis, además de contribuir a cubrir ciertas lagunas de conocimiento, es relevante en el contexto español contemporáneo. La expansión educativa y la creciente incorporación laboral de las mujeres han marcado las trayectorias vitales de las generaciones más jóvenes. El modelo igualitario en el que mujeres y hombres participan en similar medida en el mercado de trabajo recibe creciente respaldo social (Castro Martín y Seiz Puyuelo 2014Castro Martín, T. y Seiz Puyuelo, M. 2014. “La transformación de las familias en España desde una perspectiva sociodemográfica. Documento de trabajo 1.1. Pp. 1-35 en VII Informe sobre exclusión y desarrollo social en España, editado por F. Lorenzo Gilsanz. Madrid: Fundación FOESSA. ). Resulta pertinente examinar hasta qué punto constituye una aspiración también en familias con miembros dependientes. Por otro lado, el alcance de las políticas de apoyo a la familia, la conciliación y la dependencia continúa siendo limitado (Anaut Bravo y Arza Porras 2015Anaut Bravo, S. y J. Arza Porras. 2015. “La exclusión social en los hogares con algún miembro con discapacidad durante el período de crisis en España”. Revista Española de Discapacidad 3(1): 7-28. https://doi.org/10.5569/2340-5104.03.01.01. ; Moreno Mínguez 2013Moreno Mínguez, A. 2013. “La protección familiar en España: un reto aplazado”. Presupuesto y gasto público 71: 223-239.), en tanto que la prestación de cuidados a personas dependientes continúa llevándose a cabo mayoritariamente por mujeres (Lewis 2018Lewis, J. (ed.). 2018. Gender, social care and welfare state restructuring in Europe. Londres: Routledge. https://doi.org/10.4324/9780429455667 ). Ampliar el conocimiento sobre las dificultades específicas de los hogares con miembros dependientes en España, sus implicaciones prácticas en términos de compatibilización de empleo y cuidado y sus consecuencias en distintas esferas resultará esencial para proteger a una población especialmente vulnerable, así como para garantizar el bienestar de todos los integrantes de la unidad familiar. Este estudio pretende contribuir a la identificación de oportunidades de mejora en el marco de la protección social que ampara a estas familias.

MARCO TEÓRICO, EVIDENCIA PREVIA Y PREGUNTAS DE INVESTIGACIÓN

 

En esta sección, partiendo de la literatura sobre la organización del cuidado y la conciliación de la vida laboral y familiar en España, se busca comprender cuál cabe esperar que sea la situación de las familias que afrontan situaciones de dependencia por discapacidad, enfermedad crónica o edad avanzada. El objetivo es establecer unos fundamentos teóricos para formular preguntas de investigación sobre las tres dimensiones de estudio. Las familias con miembros dependientes presentan especial interés en el contexto del conocimiento sobre el trabajo de cuidados y su compatibilización con el empleo. Este interés no solo radica en la relativa escasez de estudios sobre las disyuntivas de conciliación a las que se enfrentan, sino también en la posibilidad de que muestren actitudes, comportamientos, preocupaciones y percepciones diferentes a los observados en familias más frecuentemente analizadas, pero no sujetas a los mismos retos. Las investigaciones y el debate público sobre la conciliación de la vida laboral y familiar en España han tendido a enfocarse en familias con niños pequeños, presentándolas como máximos exponentes de las dificultades relacionadas y principal objetivo de medidas. Sacar a la luz los dilemas complejos y potencialmente agudos experimentados en hogares que hacen frente a otro tipo de dependencia -que implica necesidades de atención muy amplias, intensas y durante periodos de tiempo prolongados (Carretero Gómez, Garcés Ferrer y Ródenas Rigla 2006Carretero Gómez, S., J. Garcés Ferrer y F. Ródenas Rigla. 2006. La sobrecarga de las cuidadoras de personas dependientes: análisis y propuestas de intervención psicosocial. Valencia: Polibienestar (Universidad de Valencia). )- ayudará a ampliar perspectivas. Del mismo modo, representará una contribución sobre el caso español a otros debates de la literatura más extensa sobre la organización del cuidado y su dimensión de género, relacionadas con la centralidad de los familiares en la prestación del mismo y los factores estructurales que lo condicionan.

Igualdad en el empleo y el hogar: un modelo en auge limitado por el marco institucional

 

Para entender el núcleo actual del conflicto entre el empleo y las necesidades intensas de cuidado en la sociedad española contemporánea, es preciso tener en cuenta la erosión del modelo tradicional de división del trabajo, que asignaba a los hombres la responsabilidad de provisión económica y a las mujeres el trabajo no remunerado ligado a la esfera doméstica. Como viene detectando la literatura sobre el cuidado en las últimas décadas, este modelo ha sido sustituido, tanto a nivel social como institucional, por uno de “trabajador adulto” en el que se espera que todas las personas, independientemente de su sexo, participen en el mercado de trabajo (Lewis y Giullari 2005Lewis, J. y S. Giullari. 2005. “The adult worker model family, gender equality and care: the search for new policy principles and the possibilities and problems of a capabilities approach”. Economy and society 34(1): 76-104. https://doi.org/10.1080/0308514042000329342 ). Las mujeres se han incorporado de forma masiva al mercado laboral y los hombres también han incrementado gradualmente su participación en el ámbito doméstico, si bien el alcance de esta última transformación ha sido significativamente menor que el de la primera. Con todo, en España se constata un creciente apoyo, especialmente a nivel normativo, a modelos igualitarios de división del trabajo. Esta transformación no solo responde a la necesidad de más de un ingreso en los hogares derivada de la coyuntura económica (Gálvez Muñoz 2013Gálvez Muñoz, L. 2013. “Una lectura feminista del austericidio”. Revista de economía crítica 15: 80-110.), también está enraizada en el considerable aumento del nivel educativo y la participación laboral de las mujeres, y en un apoyo actitudinal cada vez más extendido a modelos en los que hombres y mujeres comparten responsabilidades económicas, domésticas y de cuidado (Castro Martín y Seiz Puyuelo 2014Castro Martín, T. y Seiz Puyuelo, M. 2014. “La transformación de las familias en España desde una perspectiva sociodemográfica. Documento de trabajo 1.1. Pp. 1-35 en VII Informe sobre exclusión y desarrollo social en España, editado por F. Lorenzo Gilsanz. Madrid: Fundación FOESSA. ). Estos modelos no solo implican repartos de tareas más equilibrados, sino también exigen mayores recursos para afrontar situaciones de necesidad económica en el contexto de temporalidad laboral y desempleo al que se enfrentan muchas familias (Mingorance-Arnáiz y Olmedo 2020Mingorance-Arnáiz, A. C. y R. Pampillón Olmedo. 2020. “Myths and Realities of the Spanish Labour Market”. Studies of Applied Economics 33(1): 223-258. ).

La evidencia disponible sobre hogares con situaciones de dependencia sugiere que la necesidad de más de un ingreso debería de ser particularmente acuciante en los mismos. Las familias en tales circunstancias frecuentemente asumen costes económicos adicionales relacionados con productos técnicos de apoyo, transformaciones del entorno orientadas a la accesibilidad, servicios terapéuticos y de cuidado, asistencia personal o doméstica, medicación, etc. (para un análisis sistemático, véase Jiménez Lara y Huete García 2011Jiménez Lara, A. y A. Huete García. 2011. Estudio sobre el agravio comparativo económico que origina la discapacidad. Madrid: Universidad Carlos III de Madrid.). Cabe imaginar que estas necesidades supongan un incentivo al mantenimiento del arraigo laboral y, preferentemente, de más de un salario. Sin embargo, parece probable que en los hogares con esta tesitura se den, precisamente, dificultades especialmente importantes para garantizar estos objetivos. En el caso de España, es bien conocido el conflicto entre, por un lado, las necesidades y los tiempos del cuidado y, por otro, las rígidas exigencias horarias del mercado laboral (González y Jurado Guerrero 2015González, M. J. y T. Jurado Guerrero (eds.). 2015. Padres y madres corresponsables. Una utopía real. Madrid: Catarata. ). Este conflicto no solo se debe a la persistencia de normas tradicionales de género a nivel estructural, sino también a un marco institucional y político que, si bien ha promovido la participación laboral femenina para alcanzar un modelo de estado de bienestar activo, no se ha ocupado en la misma medida de facilitar la corresponsabilidad en el cuidado en los ámbitos privado y público (Lewis y Giullari 2005Lewis, J. y S. Giullari. 2005. “The adult worker model family, gender equality and care: the search for new policy principles and the possibilities and problems of a capabilities approach”. Economy and society 34(1): 76-104. https://doi.org/10.1080/0308514042000329342 ). Como consecuencia, en España pervive un modelo familista o de “Estado que no cuida”, en el que la familia continúa siendo la principal proveedora del cuidado -muy por encima del Estado o el mercado- y en el que esta actividad continúa teniendo un fuerte componente de género, dado el escaso valor económico atribuido a la misma y su consideración tradicional como una tarea inherente a la vida de las mujeres.

En muchas sociedades europeas, además, se ha tendido a dar prioridad a las medidas enfocadas al cuidado de menores -para promover la participación laboral de las madres- antes que a políticas orientadas al cuidado de personas mayores o dependientes (Daly 2012Daly, M. 2012. “Making policy for care: Experience in Europe and its implications in Asia”. International Journal of Sociology and Social Policy 32(11/12): 623-635. https://doi.org/10.1108/01443331211280674.). España no es una excepción. En 2007, entró en vigor la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de Dependencia (LAPAD), con el objetivo de generar un derecho subjetivo a la promoción de la autonomía personal y a la atención integral a través de una oferta coordinada de servicios. No obstante, su aplicación mediante la creación de un Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia (SAAD) -que ha sufrido sucesivas modificaciones- ha encontrado importantes limitaciones relacionadas con su financiación, el acceso al sistema, las listas de espera y una cobertura de servicios heterogénea. Aunque la ley tenía como objetivo convertir la prestación por cuidados en el ámbito familiar en una medida excepcional, en la práctica esta última ha terminado siendo una de las más prevalentes (Huete-García, Chaverri-Carvajal y Morales-Romo 2021Huete-García, A., A. Chaverri-Carvajal y N. Morales-Romo. 2021. “El Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia en España (SAAD). Memoria de debilidades desde su implantación”. Prisma social 32: 25-44.; Carrasco, Borderías y Torns 2011Carrasco, C., C. Borderías y T. Torns. 2011. “El trabajo de cuidados: antecedentes históricos y debates actuales. Pp. 13-97 en El trabajo de cuidados. Historia, teoría y políticas, editado por C. Carrasco, C. Borderías y T. Torns. Madrid: Catarata.). En consecuencia, el cuidado de dependientes ha continuado recayendo de forma muy sustancial sobre las familias.

En este contexto, quienes conviven con miembros dependientes se encuentran simultáneamente con un entorno normativo, social y económico que anima a la participación laboral de todas las personas adultas; exigencias económicas potencialmente elevadas derivadas de la situación de dependencia, y un marco institucional aún insuficiente para reducir de forma sustancial las necesidades de cuidado a nivel familiar. Al mismo tiempo, el cuidado se sigue concibiendo, socialmente, como una responsabilidad natural de las mujeres (Carrasco, Borderías y Torns 2011Carrasco, C., C. Borderías y T. Torns. 2011. “El trabajo de cuidados: antecedentes históricos y debates actuales. Pp. 13-97 en El trabajo de cuidados. Historia, teoría y políticas, editado por C. Carrasco, C. Borderías y T. Torns. Madrid: Catarata.) e incluso una parte clave de su identidad (Lewis y Giullari 2005Lewis, J. y S. Giullari. 2005. “The adult worker model family, gender equality and care: the search for new policy principles and the possibilities and problems of a capabilities approach”. Economy and society 34(1): 76-104. https://doi.org/10.1080/0308514042000329342 ). Cabe preguntarse, por ello, cómo se posicionan quienes conviven con dependientes ante estas demandas prácticas y normativas concomitantes y difíciles de abordar de forma simultánea. ¿Se adhieren, en términos de preferencias, a un modelo en el que mujeres y hombres participen por igual en el mercado de trabajo, como se observa de manera creciente en la población general? ¿Se evidencia una presión económica intensa asociada a las necesidades de cuidado que haga difícilmente prescindible la participación laboral? ¿Hasta qué punto se ve limitada en la práctica esta participación por razones de cuidado? Estas preguntas buscan proporcionar evidencia empírica concreta sobre los principales dilemas relativos a la compatibilización del empleo y el cuidado en estos hogares.

La feminización del cuidado como elemento normativo reforzado por las dificultades de conciliación

 

Pese a la creciente presencia social de modelos igualitarios de división del trabajo, los estudios constatan un fenómeno recurrente: cuando las necesidades de cuidado se intensifican, las mujeres tienden a reducir su implicación laboral. Como se ha observado en los análisis de familias tras la llegada del primer hijo, los hombres muestran mayor resistencia a realizar adaptaciones laborales (González et al. 2018González, M.J., I. Lapuerta, T. Martín-García y M. Seiz. 2022. “Anticipating and Practicing Fatherhood in Spain”. Pp. 17-44 en Fathers, Childcare and Work: Cultures, Practices and Policies, editado por R. Musumeci y A. Santero. Bingley: Emerald Publishing Limited. https://doi.org/10.1108/S1530-353520180000012002 ). No es infrecuente que tales comportamientos reflejen un temor a la penalización o incluso a la pérdida del empleo si no se cumple con el estereotipo de “empleado perpetuamente disponible” (Escot et al. 2012Escot, L., J. A. Fernández-Cornejo, C. Lafuente y C. Poza. 2012. “Willingness of Spanish men to take maternity leave: Do firms’ strategies for reconciliation impinge on this?”. Sex Roles 67: 29-42. https://doi.org/10.1007/s11199-012-0142-6.). Respecto a las mujeres y el cuidado, cabe destacar la influencia de un contexto normativo que tradicionalmente ha hecho de este último una parte central de la identidad de género femenina y clave para el sentimiento de pertenencia y aceptación social. De ello se deriva que la presión social para cuidar, el sentimiento de obligación al respecto y la práctica misma del cuidado no sean experimentadas de la misma manera por hombres y mujeres. Tampoco puede obviarse la persistencia de relaciones de poder desigual entre ambos, que llevan a que las elecciones de los hombres dentro de los hogares puedan continuar constriñendo las de las mujeres (Lewis y Giullari 2005Lewis, J. y S. Giullari. 2005. “The adult worker model family, gender equality and care: the search for new policy principles and the possibilities and problems of a capabilities approach”. Economy and society 34(1): 76-104. https://doi.org/10.1080/0308514042000329342 ). La percepción de menores salarios por parte de las mujeres también conduce a que la disminución de su participación laboral se perciba como menos costosa. En los entornos laborales, además, suele haber mayor aceptación del uso de medidas de conciliación por las mujeres, quienes han sido sus principales destinatarias (González y Jurado Guerrero 2015González, M. J. y T. Jurado Guerrero (eds.). 2015. Padres y madres corresponsables. Una utopía real. Madrid: Catarata. ). Detrás de estos fenómenos, se encuentra la pervivencia de normas y estructuras tradicionales que, internalizadas por las personas y la sociedad en su conjunto, determinan qué comportamientos se perciben como apropiados y condicionan las alternativas de acción (Seguino 2007Seguino, S. 2007. “PlusÇa Change? evidence on global trends in gender norms and stereotypes”. Feminist Economics 13(2): 1-28. https://doi.org/10.1080/13545700601184880.), así como las expectativas sobre el cuidado y sobre quién debe prestarlo (Daly 2012Daly, M. 2012. “Making policy for care: Experience in Europe and its implications in Asia”. International Journal of Sociology and Social Policy 32(11/12): 623-635. https://doi.org/10.1108/01443331211280674.).

Por otro lado, como se ha apuntado, las tendencias mencionadas también se derivan de la insuficiencia de las políticas de apoyo a las familias. En países como España, en los que la inversión en este sentido es relativamente escasa, el cuidado informal por parte de familiares -en su mayoría, mujeres- podría ser la principal o única alternativa en hogares con personas dependientes, especialmente si tienen bajos ingresos. En vista de que un número cada vez mayor de personas cuidadoras, mujeres incluidas, participa a la vez en el mercado laboral, se plantean evidentes dificultades de conciliación (Bouget, Saraceno y Spasova 2017Bouget, D., C. Saraceno y S. Spasova. 2017. “Towards new work-life balance policies for those caring for dependent relatives”. Pp. 155-179 en Social policy in the European Union: State of play, editado por B. Vahercke, S. Sabato y D. Bouget. Bruselas: European Trade Union Institute and European Social Observatory. ). Esto hace pertinente indagar en la organización interna de las familias con miembros dependientes en España y su distribución del trabajo remunerado y no remunerado. Si bien se conoce que las mujeres ejercen de principales cuidadoras de las personas dependientes por edad avanzada, enfermedad crónica o discapacidad en España (Martínez Buján 2019Martínez Buján, R. 2019. “Cuidados con ‘sentido común’: desafíos, vacíos y contradicciones”. Investigaciones Regionales, 44: 111-124. ) y que tienden a mantenerse fuera del mercado laboral (Durán 2015Durán, M. Á. 2015. “Dependientes y cuidadores: el desafío de los próximos años”. Revista del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales 60: 57-73.), hay algunas cuestiones en las que aún resulta pertinente profundizar: ¿cómo es la relación con el empleo de las mujeres y los hombres que conviven con personas dependientes y por qué motivos se ve fundamentalmente afectada? ¿Hasta qué punto hay diferencias por sexo en la propensión a ejercer de principal persona proveedora económica y en la intensidad laboral? ¿Cómo se divide el trabajo no remunerado entre mujeres y hombres que conviven con personas dependientes? Estas preguntas permiten abordar la segunda dimensión de análisis: la organización interna de las familias en torno al empleo y al cuidado.

Potenciales costes económicos, laborales y de satisfacción relacionados con las dificultades de conciliación del empleo y el cuidado

 

Como se ha puesto de manifiesto, la redefinición únicamente parcial de los roles de género en la sociedad -centrada en mayor medida en la incorporación laboral de las mujeres que en la incorporación de los hombres a la esfera doméstica-, en un contexto institucional que no ha llegado a promover una corresponsabilidad plena en los cuidados, genera diversos conflictos. Ante esta situación, cabe plantearse: ¿qué costes específicos se derivan de la dificultad de compatibilizar el empleo y el cuidado en familias con situaciones de dependencia? Por un lado, resulta evidente que se puede esperar un coste económico -personal y familiar- si un miembro del hogar abandona el mercado de trabajo o reduce drásticamente su implicación laboral por necesidades de cuidado. Por otro lado, los conflictos entre el empleo y el trabajo no remunerado podrían generar sentimientos de frustración con la situación económica, laboral y personal. Esta vivencia debería ser particularmente significativa entre las mujeres, dada la tensión entre los distintos roles que les asigna la sociedad, la invisibilidad y escasa valoración de su trabajo de cuidados, la persistente desigualdad con respecto a los hombres y las necesidades insatisfechas de apoyo institucional y responsabilidad compartida en un estado de bienestar familista y débil (Moreno-Colom et al. 2016Moreno-Colom, S., C. Recio Cáceres, V. Borrás Catalá y T. Torns Martín. 2016. “Significados e imaginarios de los cuidados de larga duración en España. Una aproximación cualitativa desde el discurso de las cuidadoras”. Papeles del CEIC 145: 1-28. http://dx.doi.org/10.1387/pceic.15195.; Carrasco, Borderías y Torns 2011Carrasco, C., C. Borderías y T. Torns. 2011. “El trabajo de cuidados: antecedentes históricos y debates actuales. Pp. 13-97 en El trabajo de cuidados. Historia, teoría y políticas, editado por C. Carrasco, C. Borderías y T. Torns. Madrid: Catarata.). A ello, podría unirse la dificultad para cubrir las propias necesidades económicas -en caso de abandono del empleo o reducción de la actividad laboral- y la dependencia que conlleva respecto de otros miembros del hogar, así como la sobrecarga por acumulación de funciones. En el caso de personas cuidadoras a tiempo completo, la organización y duración de la propia jornada dependerá enteramente de las demandas de cuidado (Durán 2018Durán, M. Á. 2018. La riqueza invisible del cuidado. Valencia: Universitat de València.), con el potencial impacto en la propia salud y autonomía que ello entraña. Parece razonable esperar, por tanto, que entre las personas que conviven con dependientes se puedan encontrar niveles particularmente elevados de insatisfacción con la economía, el empleo y la situación vital en su conjunto.

DATOS Y METODOLOGÍA

 

El estudio se basa en la Encuesta de Cuidados a Dependientes del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS 3009/2014)Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). 2014. “Encuesta de Cuidados a Dependientes” (CIS 3009/2014)., realizada en enero-febrero de 2014 a 2473 personas residentes en España, de ambos sexos y mayores de 25 años. Se parte de diferentes submuestras -todas compuestas por personas en edad de trabajar (25-65 años)-, dependiendo de si se realizan análisis exclusivamente descriptivos o modelos de regresión.

En los análisis descriptivos se examina una submuestra de personas que no se encuentran ellas mismas en situación de dependencia y que conviven en el hogar con algún miembro dependiente por discapacidad, enfermedad crónica o edad avanzada (n=127). En todos los casos, las personas dependientes precisan ayuda para las actividades básicas de la vida diaria. Esta submuestra se compara con otra constituida por familias con hijos o hijas menores de 12 años sin discapacidad ni enfermedades crónicas (n=549). El objetivo de esta comparación es contextualizar los resultados e ilustrar hasta qué punto las familias con miembros dependientes se encuentran en una posición, en términos de conciliación, equiparable a la de familias con menores -habitualmente, en el centro del debate y las políticas públicas- o de especial vulnerabilidad. Debido a unos tamaños muestrales relativamente exiguos, la metodología utilizada es en gran medida exploratoria. Se ofrece una panorámica de las características de quienes conviven con personas dependientes que sean relevantes para analizar las dimensiones de interés expuestas en la sección teórica. En este primer análisis descriptivo, los datos han debido ponderarse, como se indica en la ficha técnica de la encuesta, utilizando los coeficientes de ponderación ofrecidos, basados en tramo etario de pertenencia y comunidad autónoma de residencia. Cuando es pertinente, se comprueba si las diferencias entre la submuestra de interés y la submuestra de comparación (personas que conviven con menores sin situaciones de dependencia) son estadísticamente significativas -en todos los casos, con un nivel de confianza del 95 %- mediante pruebas de comparación de medias y proporciones en muestras independientes (t de student, utilizando el comando ttest en Stata), así como mediante análisis de regresión bivariados (resultados disponibles bajo petición).

Como se ha apuntado, el análisis descriptivo se complementa con modelos de regresión logística y lineal. Estos buscan arrojar luz sobre la relación entre la presencia de una persona dependiente en el hogar y algunas variables centrales de cada dimensión analítica de interés (dilemas, prácticas respecto al trabajo remunerado y no remunerado, y costes asociados). Dichos modelos no parten de las dos submuestras mencionadas, sino de la muestra total de encuestados no dependientes en edad de trabajar (n=1,962), ya que pretenden analizar la relación de la convivencia con un familiar dependiente -el principal predictor- con distintas covariables.

La primera dimensión de análisis -los dilemas y conflictos encontrados respecto a las necesidades económicas y de cuidado- se explora partiendo de información descriptiva sobre el modelo de división del trabajo considerado ideal por la persona encuestada (uno igualitario; uno en el que un miembro tiene mayor dedicación al trabajo remunerado y menor al no remunerado; uno en el que solo un miembro de la familia se dedica al primero y el otro se dedica al segundo, y otros modelos). Se considera, asimismo, la opinión sobre quién debería reducir en parejas de distinto sexo su implicación laboral para atender necesidades familiares (la mujer, el hombre o quien gane menos o tenga un trabajo más precario). Para comprender hasta qué punto la presión económica asociada al cuidado hace necesaria la participación laboral, se examinan la disponibilidad y el uso de servicios de cuidado o asistencia externa (incluyendo la prestada en escuelas y centros de día) y ayuda doméstica; los gastos (euros mensuales) derivados de los mismos, y el alcance de la cobertura pública (porcentaje de servicios recibidos bajo este tipo de titularidad o cubiertos mediante prestación económica destinada a tal fin). Finalmente, para confirmar si las necesidades de cuidado limitan de manera significativa el mantenimiento del empleo en la práctica, se analiza, mediante un modelo de regresión logística, la relación entre el haber abandonado el empleo para atender obligaciones familiares relacionadas con el cuidado y la presencia de una persona dependiente en el hogar.

La segunda dimensión de análisis -las prácticas concretas de quienes conviven con personas dependientes respecto al trabajo remunerado y no remunerado- se centra en la relación de mujeres y hombres con el mercado laboral y en la dedicación al cuidado y las tareas domésticas. De forma descriptiva, se examinan las brechas de género respecto a la situación laboral (si la persona trabaja); si la inactividad está relacionada con el cuidado o la falta de empleo (si procede), y la incidencia del desempleo. Asimismo, se analiza qué proporción de mujeres y hombres ejercen de proveedores económicos principales; cuántos lo hacen a tiempo parcial; qué porcentaje asume la mayor parte del cuidado; las horas semanales dedicadas, en tal caso, al mismo; quién realiza principalmente las tareas domésticas más importantes, y la proporción de personas que se dedica exclusivamente al trabajo no remunerado. Este análisis se complementa con regresiones logísticas que analizan la relación que guarda, para mujeres y hombres, la presencia de un miembro dependiente en el hogar con la inactividad, el desempleo, y el papel de principal persona proveedora económica.

Finalmente, la tercera dimensión de interés -los costes relacionados con las dificultades para compatibilizar empleo y cuidado en hogares con situaciones de dependencia- se estudia mediante un análisis descriptivo basado en información sobre los ingresos netos personales y del hogar (euros mensuales) y la percepción personal sobre los mismos (hasta qué punto se considera que, con los ingresos del hogar, se vive cómodamente, si alcanzan para vivir o si se tienen dificultades para llegar a fin de mes). También se realizan modelos de regresión lineal que examinan -para hombres y mujeres- si el grado de satisfacción de las personas encuestadas -medido en una escala del 0 (completamente insatisfecho) al 10 (completamente satisfecho)- con su situación económica, laboral y vital guarda una relación significativa con la presencia de un miembro dependiente en el hogar.

Todas las variables dependientes incluidas en los modelos de regresión logística son dicotómicas (las categorías de interés previamente mencionadas toman el valor 1). En todos los modelos se introducen como variables de control la presencia de menores sin discapacidad o enfermedad crónica en el hogar; la edad (como variable continua); el sexo de la persona encuestada (mujer/varón); una variable dicotómica que recoge si la persona tiene estudios universitarios; otra que refleja si convive en pareja, y, cuando procede, los ingresos netos del hogar como variable continua. La tabla 1 muestra las características sociodemográficas de las submuestras estudiadas. Las personas encuestadas que conviven con un familiar dependiente presentan en promedio mayor edad (48 años) que las que viven en familias con menores sin dependencia (38 años), y tienen en menor proporción estudios universitarios. Conviven también, en menor medida, en pareja y cuentan con menores ingresos.

Tabla 1.  Características sociodemográficas de las personas no dependientes entre 25 y 65 años en función de si conviven con una persona dependiente, con hijos o hijas menores de 12 años sin situaciones de dependencia, o de si no se encuentran en ninguna de las situaciones, 2014.
Submuestra de personas no dependientes (25-65 años) que conviven con una persona dependiente por edad avanzada, discapacidad o enfermedad crónica Submuestra de personas no dependientes (25-65 años) que conviven con hijos o hijas menores de 12 años sin discapacidad ni enfermedad crónica Submuestra de personas no dependientes entre 25 y 65 años que no conviven con personas dependientes ni con hijos o hijas menores de 12 años
Edad media 48,4 años 38,1 años 46,3 años
Porcentaje de mujeres 49,9 % 55,2 % 46,6 %
Porcentaje con estudios universitarios 18,9 % 25,3 % 20,9 %
Porcentaje de personas empleadas 35,3 % 57,4 % 50,4 %
Ingresos netos medios personales 483,7 euros 752,4 euros 807,6 euros
Ingresos netos medios del hogar 1449,1 euros 1565,2 euros 1536,4 euros
Porcentaje que convive en pareja 62,2 % 91,1 % 64 %
Porcentaje con un cónyuge o pareja dependiente 12,6 % No procede No procede
n: 127 549 1286

Fuente: Encuesta de Cuidados a Dependientes (CIS 3009/2014Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). 2014. “Encuesta de Cuidados a Dependientes” (CIS 3009/2014).)

RESULTADOS

 

Ideales igualitarios, necesidad de ingresos e intensas demandas de cuidado: un dilema real

 

Según lo expuesto en las secciones previas, se examina si quienes conviven con una persona dependiente se adhieren a un modelo en el que hombres y mujeres participen por igual en el mercado laboral. Este modelo facilitaría - especialmente en hogares con varios miembros en edad de trabajar - la maximización de ingresos derivados del empleo, así como el reparto de responsabilidades.

De acuerdo con las expectativas formuladas, la gran mayoría (72,1 %) de quienes conviven con una persona dependiente expresa una preferencia por el ideal de familia igualitario. Esta cifra es mayor que la correspondiente a progenitores y progenitoras de menores de 12 años sin situaciones de dependencia (68,7 %), aunque no en un grado estadísticamente significativo con un nivel de confianza del 95 % (valor p = 0,30).1 Los resultados completos de las pruebas estadísticas no se presentan por motivos de espacio, pero están disponibles bajo petición. En la tabla 2 se presentan las distribuciones de preferencias correspondientes a las dos submuestras, observándose resultados muy similares. El apoyo al modelo tradicional de pareja en el que un miembro asume el papel de persona cuidadora y se mantiene al margen del mercado laboral es algo menor entre quienes conviven con personas dependientes. Con todo, la diferencia respecto a la submuestra de progenitores y progenitoras de menores sin situaciones de dependencia tampoco es estadísticamente significativa en este caso (valor p = 0,25).

Tabla 2.  Modelo ideal de familia respecto a la división del trabajo. Personas no dependientes entre 25 y 65 años que conviven con una persona dependiente o con hijos o hijas menores de 12 años sin situaciones de dependencia, 2014.
Convivientes con personas dependientes Progenitores y progenitoras de menores de 12 años sin situaciones de dependencia
Ambos miembros de la pareja tienen un trabajo remunerado con parecida dedicación y se reparten los cuidados y tareas domésticas 72,1 % 68,7 %
Uno de los miembros de la pareja tiene un trabajo remunerado con menor dedicación y se ocupa de la mayor parte de las tareas domésticas y de cuidado 16,7 % 16,1 %
Solo un miembro de la pareja tiene un trabajo remunerado y el otro se encarga de las tareas domésticas y de cuidado 9,3 % 13,6 %
Ninguno de estos tipos de familia 0,7 % 0,7 %
No sabe/no contesta 1,2 % 0,9 %
n: 127 549

Fuente: Encuesta de Cuidados a Dependientes (CIS 3009/2014Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). 2014. “Encuesta de Cuidados a Dependientes” (CIS 3009/2014).)

La tabla 3 refleja la opinión de las personas encuestadas sobre quién debería reducir su implicación laboral para ocuparse del cuidado y las tareas domésticas, de ser necesario. En la submuestra de progenitores y progenitoras de menores de 12 años sin situaciones de dependencia, el 32,4 % considera que debería ser la mujer -en parejas de personas de distinto sexo- quien limitara su participación en el empleo. Entre convivientes con personas dependientes, la cifra correspondiente es ligeramente superior (34,7 %); no tratándose, de nuevo, de una diferencia estadísticamente significativa (valor p = 0,65)2 Los valores p aportados en el análisis descriptivo se refieren a la comparación de submuestras sin ponderar, ya que la prueba de comparación de medias y proporciones realizada (ttest) no permite en Stata el uso de ponderaciones. Mediante análisis de regresión bivariados que sí hacen posible ponderar se ha comprobado que las conclusiones extraídas son robustas. (resultados disponibles bajo petición).. En ambos casos, una mayoría (63,6 % y 62,3 %) prefiere que reduzca su implicación laboral la persona que gane menos o tenga una situación laboral más precaria.

Tabla 3.  Opinión sobre quién debería reducir su implicación laboral en caso de necesidad para ocuparse del cuidado y el hogar. Personas no dependientes entre 25 y 65 años que conviven con una persona dependiente o con hijos o hijas menores de 12 años sin situaciones de dependencia, 2014.
Convivientes con personas dependientes Progenitores y progenitoras de menores de 12 años sin situaciones de dependencia
El hombre 2,0 % 3,1 %
La mujer 34,7 % 32,4 %
Cualquiera de ellos (quien gane menos o tenga un trabajo más precario) 62,3 % 63,6 %
No sabe/No contesta 0,9 % 1,0 %
n: 127 549

Fuente: Encuesta de Cuidados a Dependientes (CIS 3009/2014Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). 2014. “Encuesta de Cuidados a Dependientes” (CIS 3009/2014).)

En los dos grupos, por tanto, predomina la preferencia igualitaria respecto al reparto del trabajo percibido como ideal y se apoya la participación laboral de mujeres y hombres aun existiendo necesidades de cuidado.

En el caso de quienes conviven con personas dependientes, cabe preguntarse si la preferencia por un modelo no tradicional podría guardar relación, como se planteaba en la sección teórica, con la necesidad de garantizar ingresos suficientes para cubrir gastos sustanciales derivados de la dependencia. La encuesta no posibilita una respuesta taxativa, ya que no indaga sobre las razones por las que se prefiere un modelo determinado. No obstante, sí permite hacer una aproximación a la presión económica asociada al cuidado que soportan estos hogares, que se comparan con la submuestra de progenitores y progenitoras de menores sin dependencia a efectos ilustrativos.

Cuando se analizan los gastos mensuales de los hogares con personas dependientes, se observa que los asociados a servicios de atención externa (atención en centros de día y escuelas3 En los relacionados con atención en escuelas, se incluyen gastos de comedor, extraescolares, atención matinal, transporte, etc. ; de la cual hace uso el 24,2 %) o ayuda doméstica (que utiliza el 21,6 %, fundamentalmente para tareas de cuidado), ascienden a 180 euros en promedio. La cifra equivalente correspondiente a hogares con menores sin dependencias (que utilizan servicios de atención externa en un 85 % y ayuda doméstica en un 9,5 %) es de 111 euros mensuales. La diferencia no es estadísticamente significativa con un nivel de confianza del 95 % al hacer la prueba de comprobación de medias que no permite ponderaciones (valor p = 0,19), pero sí lo es cuando se tiene en cuenta la ponderación de la muestra en un análisis de regresión bivariada (valor p = 0,024). En promedio, estos gastos representan un 15 % de los ingresos totales del hogar en el grupo de hogares con personas dependientes, lo que contrasta con el 6,9 % que destinan los hogares con menores no dependientes. Esta diferencia -también estadísticamente significativa (valor p = 0,01)- indica, teniendo en cuenta el gasto medio absoluto de cada grupo, que los ingresos del primero han de ser comparativamente más bajos que los del segundo, posiblemente debido a una menor intensidad laboral. Se evidencia, por tanto, que los hogares con personas dependientes afrontan necesidades económicas de cierta entidad4 Aunque la encuesta no permite estudiarlos, a los gastos relacionados con la asistencia y el cuidado deberán añadirse, en muchos casos, otros relacionados con el uso de productos y servicios terapéuticos..

Asimismo, los datos ponen de manifiesto otro factor que se añade a la presión financiera de estos hogares: solo el 38,5 % de quienes hacen uso de asistencia externa o ayuda doméstica declara recibir algún grado5 No se especifica en la encuesta el alcance de la cobertura. de cobertura pública en forma de prestación de servicios, teleasistencia o prestación económica para tales fines. El grueso del coste de la atención integral a la dependencia recae mayoritariamente sobre la familia. Con la cautela que impone el limitado tamaño (n=54) del grupo que utiliza servicios domésticos o de asistencia, este hallazgo confirma el dilema que se anticipaba en la sección de teoría: quienes conviven con personas dependientes no solo expresan una preferencia clara por la participación laboral de mujeres y hombres, sino que afrontan una necesidad particularmente acuciante de maximizar ingresos y, por tanto, de mantener el arraigo laboral. Sin embargo, ante una cobertura pública escasa de las necesidades de cuidado, la participación en el empleo podría quedar, paradójicamente, condicionada a si los ingresos totales del hogar permiten contratar de forma privada, al menos, parte de la asistencia.

La tabla 4 presenta un modelo de regresión logística que analiza si existe una asociación estadísticamente significativa entre el hecho de haber abandonado en algún momento el empleo para atender obligaciones familiares relacionadas con el cuidado y la presencia de un miembro dependiente en el hogar. El modelo, que parte de la muestra completa de hombres y mujeres no dependientes en edad de trabajar (25-65 años), revela que este es el caso (con un nivel de confianza del 95 %), siendo dicha asociación positiva (odds ratio = 4,02). Se confirma, por tanto, que las personas que conviven con dependientes se muestran significativamente más propensas a haber abandonado el empleo para atender obligaciones relacionadas con el cuidado que quienes no lo hacen. En otras palabras, sus posibilidades de mantenerse en el mercado laboral sí parecen verse afectadas por este factor. Cabe señalar que la presencia de menores de doce años sin situaciones de dependencia muestra una relación similar, pero de menor magnitud (odds ratio = 2,08).

Tabla 4.  Regresión logística del hecho de haber dejado de trabajar para atender obligaciones familiares relacionadas con el cuidado, odds ratios (errores estándar entre paréntesis). Personas no dependientes entre 25 y 65 años, 2014. 6 En este modelo, no se introduce como control la convivencia en pareja, dado que prácticamente todas las personas que han abandonado el mercado laboral por motivos de cuidado conviven en pareja (solo 5 no lo hacen).
Convivencia con una persona dependiente en el hogar 4,02*** (1,32)
Progenitor o progenitora de menores de 12 años sin dependencia 2,08* (0,60)
Edad 1,03** (0,01)
Estudios universitarios 0,49* (0,16)
Sexo femenino 21,97***(10,1)
Convivencia en pareja 3,52*** (1,23)
Constante 0,00001*** (0,00001)
n: 1,9617 Cuando, como en este caso, la n es inferior a la correspondiente a la muestra general, se debe a valores perdidos de las variables introducidas en los modelos.
Pseudo R2
* p ≤ 0,05; ** p ≤ 0,01; *** p ≤ 0,001

Fuente: Encuesta de Cuidados a Dependientes (CIS 3009/2014Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). 2014. “Encuesta de Cuidados a Dependientes” (CIS 3009/2014).)

La relación de mujeres y hombres con el trabajo remunerado y no remunerado

 

En el momento de realización de la encuesta, solo el 34,2 % de las mujeres y el 36,4 % de los hombres que convivían con una persona dependiente se encontraban trabajando. Estas cifras contrastan con las correspondientes a mujeres y hombres con hijos o hijas menores de 12 años sin situaciones de dependencia (48,1 % y 68,9 %). Los resultados del apartado anterior parecerían sugerir que, detrás de este bajo grado de actividad, podría encontrarse la decisión o necesidad de abandonar el mercado laboral para cuidar. De todas las mujeres que convivían con una persona dependiente y que habían dejado de trabajar de forma remunerada (el 54,3 % del total), el 46,6 % lo hizo para atender obligaciones familiares. Con todo, el 40 % lo hizo debido a la pérdida, cese o falta de empleo. Entre los varones -que muestran una tasa de abandono laboral muy elevada (61,4 %)-, este último motivo fue el más aducido (75,3 %). Tan solo el 6,8 % declaró haber salido del mercado de trabajo para atender obligaciones familiares. En la submuestra de progenitores y progenitoras de menores de doce años sin situaciones de dependencia, las tasas de abandono laboral son más bajas (45,3 % en el caso de las mujeres; 31,1 % en el de los hombres), siendo solo estadísticamente significativa la diferencia correspondiente a estos últimos (valor p = 0,000). El abandono laboral para atender obligaciones familiares también fue menor entre las mujeres de este grupo (28,2 %) y prácticamente anecdótico en el caso de los hombres (2 %).

Por tanto, más allá del impacto de unas demandas intensas de cuidado, la participación laboral de quienes conviven con personas dependientes parece verse afectada también de manera particular por otras dificultades para mantener la participación laboral. De hecho, el 32,7 % de las mujeres y el 45,2 % de los hombres en este grupo declaraban encontrarse en situación de desempleo. Entre las y los progenitores de menores sin dependencia, la cifra correspondiente a las mujeres es ligeramente mayor (36,7 %), pero no así la de los hombres, que es significativamente menor (29,7 %; valor p = 0,03).

Las mujeres que conviven con personas dependientes no solo muestran una tasa muy baja de actividad; también experimentan dificultades para mantener una actividad laboral intensa cuando trabajan. Solo el 19,9 % de las mujeres empleadas que conviven con una persona dependiente ejerce como proveedora económica principal del hogar, y el 14,2 % de este grupo trabaja a tiempo parcial. La cifra correspondiente a los hombres en similar situación que asumen el papel de proveedor principal, aun siendo relativamente baja, resulta muy superior (44,9 %), y solo en el 4 % de los casos trabajan a tiempo parcial. Entre las y los progenitores de menores de 12 años sin situaciones de dependencia, el 23,9 % de las mujeres y el 61,4 %, de los hombres, respectivamente, son quienes aportan mayores ingresos al hogar (siendo la diferencia estadísticamente significativa para los hombres; valor p = 0,01). El 26,3 % de estas mujeres y el 2,2 % de los hombres trabajan a tiempo parcial.

La brecha de género respecto a la dedicación al cuidado es muy considerable. El 67,9 % de las mujeres encuestadas que conviven con personas dependientes ejercen de cuidadora principal, siendo la cifra correspondiente a los hombres notablemente inferior (36 %). Ambos declaran, no obstante, una carga de horas de cuidado muy sustancial cuando se encuentran en esa situación (42,5 y 47,7 horas entre lunes y viernes, respectivamente). El 65,7 % de las mujeres que conviven con dependientes se ocupan, además, de las principales tareas domésticas, frente al 22,7 % de los hombres. De estas mujeres, el 30,3 % se dedican exclusivamente al trabajo doméstico no remunerado; frente al 2,9 % de los hombres. En el caso de quienes tienen hijos o hijas menores de doce años sin discapacidad, con todo, algunas de las brechas de género son aún mayores. El 82,5 % de las mujeres encuestadas y el 31,2 % de los hombres declaran ser quienes se ocupan fundamentalmente del cuidado y la atención del menor, dedicando un promedio de 51,6 y 49,6 horas semanales. El 69,6 % de las mujeres y solo el 11,8 % de los hombres se ocupan de las principales tareas domésticas. No obstante, solo el 14,1 % de las mujeres (y menos del 1 % de los hombres) se dedican exclusivamente al trabajo doméstico no remunerado. Estos resultados descriptivos se recogen en la tabla 5.

Tabla 5.  Situación laboral y dedicación al trabajo no remunerado. Personas no dependientes entre 25 y 65 años que conviven con una persona dependiente o con hijos o hijas menores de 12 años sin situaciones de dependencia, 2014.
Convivientes con personas dependientes Progenitores y progenitoras de menores de 12 años sin situaciones de dependencia
Mujeres Hombres Mujeres Hombres
Trabaja 34,2 % 36,4 % 48,1 % 68,9 %
Abandonó el mercado laboral 54,3 % 61,4 % 45,3 % 31,1 %
(Por obligaciones familiares) 46,6 %8 Las proporciones o cantidades escritas en cursiva se calculan sobre el total expresado sin cursiva inmediatamente anterior. 6,8 % 28,2 % 2 %
(Por pérdida, cese o falta de empleo) 40 % 75,3 % 63,3 % 91,9 %
Persona desempleada 32,7 % 45,2 % 36,7 % 29,7 %
Persona proveedora principal 19,9 % 44.9 % 23,9 % 61,4 %
(A tiempo parcial) 14,2 % 4 % 26,3 % 2,2 %
Persona cuidadora principal 67,9 % 36 % 82,5 % 31,2 %
Horas dedicadas al cuidado 42,5 47,7 51,6 49,6
Es quien principalmente se ocupa de las tareas domésticas 65,7 % 22,7 % 69,6 % 11,8 %
Se dedica exclusivamente al trabajo doméstico no remunerado 30,3 % 2,9 % 14,1 % 0,6 %
n: 65 62 308 241

Fuente: Encuesta de Cuidados a Dependientes (CIS 3009/2014Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). 2014. “Encuesta de Cuidados a Dependientes” (CIS 3009/2014).)

Los análisis de regresión logística presentados en la tabla 6 confirman algunas de las tendencias observadas a nivel descriptivo respecto al impacto de la dependencia sobre el empleo. Se observa, en primer lugar, que la convivencia con personas dependientes se asocia con una menor propensión a la actividad laboral, especialmente en el caso de los hombres (para las mujeres, la relación solo es estadísticamente significativa con un nivel de confianza del 90 %). No obstante, esta propensión es menor en el caso de las mujeres con hijos o hijas menores de 12 años sin dependencia. Quienes conviven con personas dependientes muestran, además -independientemente de su sexo- una mayor predisposición al desempleo, como también sucede con las mujeres con hijos o hijas menores de 12 años; y, en el caso de los hombres, una probabilidad reducida de ejercer como principal proveedor económico. Estos hallazgos, por tanto, confirman el impacto negativo sobre el empleo de las personas encuestadas de la convivencia con personas dependientes en el hogar. Más allá del ya constatado frecuente abandono laboral por necesidades de cuidado, los resultados sugieren también una mayor probabilidad de desempleo -para hombres y mujeres- y una menor propensión entre los hombres a ejercer de principal proveedor económico cuando se convive con una persona dependiente.

Tabla 6.  Regresión logística del hecho de encontrarse laboralmente activo o activa; del hecho de estar en desempleo; del hecho de ser principal persona proveedora económica del hogar; y de la dedicación exclusiva al trabajo doméstico, odds ratios (errores estándar entre paréntesis). Personas no dependientes entre 25 y 65 años, 2014.
Actividad laboral Desempleo Principal persona proveedora económica
Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres
Convivencia con personas dependientes 0,58(*) (0,17) 0,56* (0,16) 1,92* (0,53) 1,99* (0,56) 0,57 (0,21) 0,51* (0,14)
Convivencia con hijos o hijas menores de 12 años sin dependencia 0,70* (0,11) 1,26 (0,23) 1,78*** (0,30) 1,07 (0,20) 1,62* (0,33) 1,83*** (0,32)
Edad 0,96*** (0,01) 0,97*** (0,01) 0,98* (0,01) 0,97*** (0,01) 1,02** (0,01) 1,05*** (0,01)
Estudios universitarios 2,14*** (0,34) 1,96*** (0,32) 0,68* (0,12) 0,41*** (0,08) 1,50* (0,28) 1,16 (0,19)
Convivencia en pareja 0,95 (0,15) 2,02*** (0,33) 0,62** (0,10) 0,61** (0,10) 0,09*** (0,02) 0,81 (0,13)
Constante 5,13*** (1,75) 2,18** (0,63) 1,01 (0,36) 2,47** (0,76) 0,54 (0,21) (0,15) *** (0,05)
n: 979 982 979 981 979 982
Pseudo R2 0,06 0,06 0,03 0,06 0,19 0,06
(*) p≤ 0,1; * p ≤ 0,05; ** p ≤ 0,01; *** p ≤ 0,001

Fuente: Encuesta de Cuidados a Dependientes (CIS 3009/2014Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). 2014. “Encuesta de Cuidados a Dependientes” (CIS 3009/2014).)

Costes económicos y satisfacción reducida con la situación financiera, laboral y vital

 

En línea con el impacto negativo constatado de la dependencia sobre las posibilidades, para mujeres y hombres, de mantener el empleo, los resultados revelan también una repercusión negativa en términos financieros y de bienestar. Prácticamente la mitad (48,7 %) de los hogares con algún miembro dependiente declaran ingresos netos mensuales que no sobrepasan los 1200 €, y el 29,1 % no sobrepasa los 900 €. El 77,8 % presentan ingresos inferiores a 1801 €. Es decir, teniendo en cuenta que el salario neto medio mensual en España en 2014 ascendía a 1356,88 € (Instituto Nacional de Estadística 2016Instituto Nacional de Estadística (INE). 2016. Notas de prensa. Encuesta de Estructura Salarial 2014: Resultados Definitivos. ), la mayor parte de estos hogares se caracterizan por rentas medias o bajas (provengan de ingresos salariales o de otras fuentes). Como se observa en el gráfico 1, los hogares con menores sin situaciones de dependencia están más representados en tramos de ingresos más elevados (en particular, en los comprendidos entre los 1801 y los 3000 € mensuales). No obstante, también es mayor, en este caso, el porcentaje con ingresos que no sobrepasan los 600 € (el 15,6 %, frente al 10 % de los hogares con personas dependientes) y, en promedio, las diferencias relativas a los ingresos del hogar no son estadísticamente significativas.

Gráfico 1.  Ingresos netos del hogar (euros mensuales). Personas no dependientes entre 25 y 65 años que conviven con alguna persona dependiente o progenitores y progenitoras de menores de 12 años sin situaciones de dependencia, 2014.
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Fuente: Encuesta de Cuidados a Dependientes (CIS 3009/2014Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). 2014. “Encuesta de Cuidados a Dependientes” (CIS 3009/2014).)

Los ingresos netos personales de quienes conviven con un familiar dependiente, como cabe suponer, también se revelan visiblemente afectados. En el caso de las mujeres, el porcentaje que no percibe ningún ingreso personal asciende al 52,7 %; un 10,8 % perciben ingresos que no sobrepasan los 300 € mensuales, y el 14,8 % ingresa entre 301 y 600 €. La proporción de hombres encuestados que conviven con personas dependientes y no perciben ningún ingreso es menor que la de las mujeres -aunque sustancial, en cualquier caso (30,3 %)-, pero un 57,4 % no sobrepasa el umbral de los 600 € al mes, y solo un 20,4 % ingresan más de 900 € mensuales. Se perfila un escenario, en resumen, de muy marcada vulnerabilidad económica. Las cifras de ingresos personales contrastan con las correspondientes a familias con menores sin discapacidad. Aunque estas también cuentan con una proporción relativamente elevada de mujeres sin ingresos (39,7 %) o con ingresos personales muy bajos (el 24 % de las que tienen ingresos perciben menos de 600 €), un 35 % perciben entre 600 y 2400 € al mes, y los hombres perciben en su mayoría (51,5 %) más de 900 € mensuales. El gráfico 2 refleja estas diferencias (estadísticamente significativas, en promedio, con un nivel de confianza del 95 % en el caso de los hombres, y con un nivel de confianza del 90 % en el de las mujeres). Resulta manifiesto que, aunque la situación económica personal de las mujeres es peor que la de los hombres tanto entre quienes conviven con personas dependientes como entre quienes lo hacen con hijos o hijas menores no dependientes, el primer grupo es especialmente vulnerable. En consonancia con lo expuesto, el 46 % de las personas encuestadas con un conviviente dependiente expresa -véase el gráfico 3- dificultades o muchas dificultades para llegar a fin de mes, frente al 36,5 % de las y los progenitores de menores de 12 años no dependientes. En el primer grupo, solo el 13,88 % declara vivir cómodamente o muy cómodamente; siendo la cifra considerablemente superior (25,8 %) en el segundo, y las diferencias son estadísticamente significativas.

Gráfico 2.  Ingresos netos personales (euros mensuales) por sexo. Personas no dependientes entre 25 y 65 años que conviven con alguna persona dependiente o progenitores y progenitoras de menores de 12 años sin situaciones de dependencia, 2014.
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Fuente: Encuesta de Cuidados a Dependientes (CIS 3009/2014Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). 2014. “Encuesta de Cuidados a Dependientes” (CIS 3009/2014).)
Gráfico 3.  Percepción personal respecto a los ingresos del hogar. Personas no dependientes entre 25 y 65 años que conviven con alguna persona dependiente o progenitores y progenitoras de menores de 12 años sin situaciones de dependencia, 2014.
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Fuente: Encuesta de Cuidados a Dependientes (CIS 3009/2014Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). 2014. “Encuesta de Cuidados a Dependientes” (CIS 3009/2014).)

Finalmente, los datos indican que la difícil compatibilización de la situación de dependencia en el hogar con el empleo afecta a distintas dimensiones de la satisfacción personal. Mediante un análisis de regresión lineal (tabla 7), se constata una asociación negativa entre la convivencia con personas dependientes y el nivel de satisfacción con la situación económica personal (en el caso de los hombres, con un nivel de confianza del 90 %, pero con un p-valor de 0,051), la situación laboral y la propia vida (en el caso de las mujeres, con un nivel de confianza del 90 %, pero con un p-valor de 0,053). Estas relaciones son manifiestas incluso teniendo en cuenta si la persona trabaja y los ingresos netos del hogar, lo que sugiere que podrían ser factores de otra índole, como la situación económica propia, las dificultades de conciliación o la sobrecarga de trabajo, las que podrían encontrarse detrás de las mismas.

Tabla 7.  Regresión lineal de la satisfacción con la situación económica personal, la situación laboral y la vida; coeficientes beta (errores estándar entre paréntesis). Personas no dependientes entre 25 y 65 años, 2014.
Satisfacción con la situación económica personal Satisfacción con la situación laboral Satisfacción con la vida
Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres
Convivencia con personas dependientes -0,71* (0,35) -0,60(*) (0,34) -0,90* (0,44) -0,99* (0,41) -0,62(*) (0,32) -0,68* (0,29)
Convivencia con hijos o hijas menores de 12 años sin dependencia -0,21 (0,19) -0,005 (0,20) -0,28 (0,24) -0,12 (0,24) 0,18 (0,17) 0,05 (0,17)
Edad 0,008 (0,008) 0,03*** (0,01) 0,03* (0,01) 0,05*** (0,009) -0,005 (0,006) -0,005 (0,006)
Estudios universitarios 0,29 (0,20) 0,65*** (0,20) 0,08 (0,26) 0,26 (0,24) 0,14 (0,19) 0,34* (0,17)
Convivencia en pareja 0,16 (0,19) 0,06 (0,20) -0,01 (0,25) -0,38 (0,23) 0,29 (0,19) 0,39* (0,17)
Ingresos netos mensuales del hogar 0,65*** (0,05) 0,56*** (0,05) 0,46*** (0,07) 0,49*** (0,06) 0,24*** (0,05) 0,24*** (0,04)
Constante 0,86(*) (0,45) -0,12 (0,40) 1,15* (0,59) -0,66 (0,48) 5,61*** (0,42) 5,14*** (0,35)
N 704 723 699 720 701 725
R2 0,31 0,37 0,24 0,38 0,08 0,16
(*) p≤ 0,1; * p ≤ 0,05; ** p ≤ 0,01; *** p ≤ 0,001

Fuente: Encuesta de Cuidados a Dependientes (CIS 3009/2014Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). 2014. “Encuesta de Cuidados a Dependientes” (CIS 3009/2014).)

CONCLUSIONES

 

La investigación realizada desvela, desde distintos ángulos, un escenario de elevada vulnerabilidad relativa en los hogares con personas dependientes por discapacidad, enfermedad crónica o edad avanzada. Esta vulnerabilidad, en primer lugar, afecta directamente a la persona dependiente. La débil red de apoyo que proporciona un estado del bienestar débil, que basa su cultura del cuidado en el proporcionado por la familia (Moreno-Colom et al. 2016Moreno-Colom, S., C. Recio Cáceres, V. Borrás Catalá y T. Torns Martín. 2016. “Significados e imaginarios de los cuidados de larga duración en España. Una aproximación cualitativa desde el discurso de las cuidadoras”. Papeles del CEIC 145: 1-28. http://dx.doi.org/10.1387/pceic.15195.), se manifiesta de manera evidente en los datos analizados, en forma de una escasez de apoyos públicos a las necesidades totales de cuidado. La cobertura de estas se ve condicionada por la disponibilidad de ingresos suficientes para su externalización o por una sobrecarga de cuidados muy notable (más de 8 horas diarias). Al mismo tiempo, la presión para la economía de los hogares derivada de los gastos directamente relacionados con la dependencia es muy notable y significativamente mayor a la que afrontan familias con necesidades de cuidado también intensas (aquellas con hijos o hijas menores de 12 años, pero sin situaciones de dependencia). De esta manera, se confirma el dilema anticipado en la sección teórica: aunque quienes conviven con personas dependientes muestran una clara preferencia por una división de tareas equilibrada (tanto entre mujeres y hombres como entre trabajo remunerado y no remunerado), así como unas necesidades económicas que hacen necesaria la maximización de ingresos, el abandono laboral al que se ven abocados ante la insuficiencia del apoyo público termina por hacer inalcanzables ambos objetivos.

Del análisis de la relación con el trabajo remunerado y no remunerado de las mujeres y hombres que conviven con personas dependientes, se desprende un hallazgo interesante no identificado en la literatura previa: si bien la inactividad femenina es muy frecuente, no siempre se debe a una decisión deliberada de abandonar el mercado laboral para cuidar. Un porcentaje sustancial de mujeres que conviven con personas dependientes se ven también fuertemente afectadas por la falta de empleo. Este resultado, además de poder guardar conexión con el momento coyuntural en el que se realizó la encuesta -en 2014, en los últimos años de la Gran Recesión-, también podría sugerir una incompatibilidad absoluta, en términos de conciliación, entre los empleos disponibles y las necesidades de muchas personas cuidadoras. Cabe destacar, en este sentido, el fuerte impacto del desempleo sobre los varones, que están considerablemente menos protegidos frente al mismo cuando hay una persona dependiente en el hogar que cuando existen otras necesidades de cuidado (en el caso de este estudio, la presencia de menores de doce años sin discapacidad). En cuanto al trabajo no remunerado, los datos cuantitativos analizados evidencian que la brecha de género sigue siendo amplia en los hogares con personas dependientes, tanto en lo que respecta al cuidado, como, sobre todo, en la realización de la mayoría de las tareas domésticas. Con todo, cabe destacar que hay una proporción no despreciable de hombres que asumen el papel de cuidador principal y, además, dedican una cantidad muy elevada de horas al cuidado, en línea con las investigaciones previas sobre la incorporación masculina a las prácticas del cuidado, la redefinición de las prácticas de género y la heterogeneidad encontrada entre los hombres que hacen frente a situaciones de dependencia (Comas d’Argemir y Chirinos, 2017Comas d’Argemir, D. y C. Chirinos. 2017. “Cuidados no pagados: Experiencias y percepciones de los hombres cuidadores en contextos familiares”. Revista Murciana de Antropología 24: 65-86.).

Todo lo anterior conduce a detectar, por último, un coste económico considerable para los hogares y las personas; siendo este especialmente elevado para las mujeres y notablemente menor que el que experimentan las familias con menores, que constituyen también un grupo vulnerable a este respecto. En consonancia con este hallazgo, se observa también que la convivencia con personas dependientes -a diferencia de la presencia en el hogar de menores no dependientes- se asocia de forma significativa con una satisfacción reducida con la propia situación económica, laboral y vital.

En resumen, se dibuja un escenario de elevada vulnerabilidad socioeconómica entre las familias que tienen algún miembro dependiente, al constituir muchas de ellas hogares pobres en trabajo remunerado, pese a precisar de ingresos estables y relativamente elevados. Al mismo tiempo, las brechas de género en dichos hogares son persistentes. Estos hallazgos ponen de manifiesto la relevancia continuada del debate teórico iniciado hace décadas sobre las limitaciones de los modelos de trabajo y de cuidados impulsados en Europa, que, en el caso español, siguen materializándose, a pesar de las sucesivas reformas, en la insuficiencia de las políticas para garantizar el bienestar de estas familias mediante el fomento de la permanencia en el empleo y la corresponsabilidad en el cuidado en los ámbitos público y privado. Parece urgente, en consecuencia, que el debate sobre la conciliación de la vida laboral y familiar trascienda las necesidades de las familias con menores a cargo y ponga el foco en similar medida en la vulnerabilidad asociada a la dependencia.

AGRADECIMIENTOS

 

Este trabajo se ha realizado gracias a la financiación de una ayuda Juan de La Cierva-Incorporación (ICJ2018-038444-i) del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.

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NOTAS

 
[1]

Los resultados completos de las pruebas estadísticas no se presentan por motivos de espacio, pero están disponibles bajo petición.

[2]

Los valores p aportados en el análisis descriptivo se refieren a la comparación de submuestras sin ponderar, ya que la prueba de comparación de medias y proporciones realizada (ttest) no permite en Stata el uso de ponderaciones. Mediante análisis de regresión bivariados que sí hacen posible ponderar se ha comprobado que las conclusiones extraídas son robustas. (resultados disponibles bajo petición).

[3]

En los relacionados con atención en escuelas, se incluyen gastos de comedor, extraescolares, atención matinal, transporte, etc.

[4]

Aunque la encuesta no permite estudiarlos, a los gastos relacionados con la asistencia y el cuidado deberán añadirse, en muchos casos, otros relacionados con el uso de productos y servicios terapéuticos.

[5]

No se especifica en la encuesta el alcance de la cobertura.

[6]

En este modelo, no se introduce como control la convivencia en pareja, dado que prácticamente todas las personas que han abandonado el mercado laboral por motivos de cuidado conviven en pareja (solo 5 no lo hacen).

[7]

Cuando, como en este caso, la n es inferior a la correspondiente a la muestra general, se debe a valores perdidos de las variables introducidas en los modelos.

[8]

Las proporciones o cantidades escritas en cursiva se calculan sobre el total expresado sin cursiva inmediatamente anterior.