ARTÍCULO / ARTICLE

TRATA, PROSTITUCIÓN Y CAPITAL ERÓTICO

SEX TRAFFICKING, PROSTITUTION AND EROTIC CAPITAL

Simón Pedro Izcara Palacios

Universidad Autónoma de Tamaulipas (México)

sizcara@uat.edu.mx

ORCID iD: https://orcid.org/0000-0003-0523-305X

 

RESUMEN

El principal escollo del modelo neoabolicionista es su incapacidad para explicar por qué muchas mujeres desean permanecer en una situación de explotación sexual o retornan con quienes las explotan después de ser liberadas. Esta investigación, sustentada en una metodología cualitativa que incluyó entrevistas en profundidad a 155 mujeres centroamericanas que fueron víctimas de trata con fines de explotación sexual, parte de la siguiente pregunta de investigación: ¿por qué las mujeres migrantes prostituidas continúan en el comercio sexual cuando podrían escapar de la situación de explotación que padecen? Este artículo concluye que las mujeres migrantes prostituidas no son siempre víctimas pasivas que buscan ser rescatadas e introducidas en empleos dignos. En muchos casos, después de valorar otras alternativas, consideran que el comercio sexual es más rentable que otras actividades porque el recurso personal más importante que poseen es su capital erótico.

ABSTRACT

The main obstacle of the neo-abolitionist model is its inability to explain why many women wish to remain in a situation of sexual exploitation or return with those who exploit them after being released. This research, based on a qualitative methodology, which included in-depth interviews to 155 Central American women victims of sex trafficking, departs from the following research question: why migrant women in prostitution continue in the sex trade even when they could escape from the situation of sexual exploitation they suffer? This paper concludes that migrant women in prostitution are not always passive victims seeking to be rescued and brought into decent jobs. In many cases, after evaluating other alternatives, they consider that the sex trade is more profitable than other activities, since the most important personal asset they have is their erotic capital.

Recibido: 26-06-2018; Aceptado: 11-01-2019. Publicado online: 22-06-2020

Cómo citar este artículo/Citation: Izcara Palacios, S. P. 2020. "Trata, prostitución y capital erótico". Revista Internacional de Sociología 78(2):e156. https://doi.org/10.3989/ris.2020.78.2.18.102

PALABRAS CLAVE: Capital erótico; Estados Unidos; México; Mujeres migrantes; Prostitución; Trata.

KEYWORDS: Erotic capital; México; Migrant women; Prostitution; Sex trafficking; United States.

Copyright: © 2020 CSIC. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia de uso y distribución Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional (CC BY 4.0).

CONTENIDOS

RESUMEN
ABSTRACT
INTRODUCCIÓN
EL CAPITAL ERÓTICO
METODOLOGÍA Y DESCRIPCIÓN DE LA MUESTRA
LAS MIGRANTES CENTROAMERICANAS Y EL COMERCIO SEXUAL
CAPITAL ERÓTICO Y PROSTITUCIÓN
LA PROSTITUCIÓN COMO PROFESIÓN
LA JUVENTUD COMO MERCANCÍA
CONCLUSIÓN
NOTAS
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
ANEXO
SOBRE EL AUTOR

 

INTRODUCCIÓN Top

El discurso académico sobre la prostitución aparece escindido en dos perspectivas antagónicas: la neoabolicionista y la perspectiva del trabajo sexual (O’Brien 2015O’Brien, E. 2015. "Prostitution Ideology and Trafficking Policy: The Impact of Political Approaches to Domestic Sex Work on Human Trafficking Policy in Australia and the United States". Journal of Women, Politics & Policy 36(2):191-212. https://doi.org/10.1080/1554477X.2015.1019277.: 193). La primera considera la prostitución como una forma de esclavitud porque representa el epítome de la opresión femenina y expresa la violencia sexual contra la mujer; por lo tanto, por definición es forzada. Por el contrario, la segunda distingue entre prostitución forzada y voluntaria, y aboga por una consideración de la última como una profesión legítima.

El neoabolicionismo ha examinado la economía política que explica la expansión, globalización y normalización de la industria del sexo, que pasa de ser una actividad marginal a una industria mainstream, que usa a niñas y mujeres jóvenes vulnerabilizadas (Jeffreys 2011Jeffreys, S. 2011. La industria de la vagina. La economía política de la comercialización global del sexo. Buenos Aires: Paidós.: 81; Cobo 2017Cobo, R. 2017. La prostitución en el corazón del capitalismo. Madrid: Catarata.: 102). Este enfoque centra su estudio en el cuestionamiento de la prostitución como una estructura de privilegio masculino que restaura simbólicamente la dominación masculina en sociedades aparentemente igualitarias (De Miguel 2015De Miguel, A. 2015. Neoliberalismo sexual. El mito de la libre elección. Madrid: Ediciones Cátedra.: 172; Gimeno 2012Gimeno, B. 2012. La prostitución. Barcelona: Edicions Bellaterra.), y considera que la normalización del proxenetismo constituye el mayor motor de reproducción de las estructuras del sistema prostitucional (Nuño, De Miguel y Fernández 2017Nuño, L., A. De Miguel y L. Fernández. 2017. Elementos para una teoría crítica del sistema prostitucional. Granada: Comares.). El principal escollo del modelo neoabolicionista es su incapacidad para explicar por qué muchas mujeres desean permanecer en una situación de explotación sexual o retornan con quienes las explotan después de ser liberadas. La literatura neoabolicionista (Farley, Franzblau y Kennedy 2013Farley, M., K. Franzblau y M.A. Kennedy. 2013. "Online prostitution and trafficking". Albany Law Review 77(3):1039-1094.: 1049; Cacho 2010Cacho, L. 2010. Esclavas del poder. Un viaje al corazón de la trata sexual de mujeres y niñas en el mundo. México D.F.: Grijalbo.: 243; De Miguel 2015De Miguel, A. 2015. Neoliberalismo sexual. El mito de la libre elección. Madrid: Ediciones Cátedra.: 166; Jeffreys 2011Jeffreys, S. 2011. La industria de la vagina. La economía política de la comercialización global del sexo. Buenos Aires: Paidós.: 16) ha aportado datos que evidencian cómo las situaciones estructurales de desigualdad de género, raza y clase generadas por la reconfiguración del capitalismo global neoliberal y la remodelación de los patriarcados contemporáneos (Cobo 2017Cobo, R. 2017. La prostitución en el corazón del capitalismo. Madrid: Catarata.: 103; Kara 2010Kara, S. 2010. Tráfico sexual. El negocio de la esclavitud moderna. Madrid: Alianza Editorial.: 26) explican las situaciones que abocan a las mujeres a permanecer en contextos de prostitución, y cómo esas mismas situaciones han impulsado la consolidación del proxenetismo y la demanda masculina de servicios sexuales comerciales. Es decir, acabar con el tráfico sexual exigiría primero “promover un cambio radical del proceso de globalización económica” (Kara 2010Kara, S. 2010. Tráfico sexual. El negocio de la esclavitud moderna. Madrid: Alianza Editorial.: 27). Aunque esta argumentación es clara y lógica, es empíricamente indemostrable que no existiría comercio sexual en una sociedad ni neoliberal ni patriarcal, donde no existan desigualdades de género, raza o clase.

El enfoque del trabajo sexual resalta la agencia de las mujeres migrantes en el comercio sexual, y señala que solo unas pocas víctimas son retenidas a la fuerza (Agustín 2007Agustín, L. 2007. Sex at the margins. Migration, labour markets and the rescue industry. New York: Zed Books.; Hua 2011Hua, J. 2011. Trafficking women’s human rights. Minneapolis: University of Minnesota Press. https://doi.org/10.5749/minnesota/9780816675609.001.0001.; Doezema 2010Doezema, J. 2010. Sex slaves and discourse masters. The construction of trafficking. New York: Zed Books.). Este enfoque rechaza que se utilice el estigma de la prostitución para poner barreras a la migración femenina (Doezema 2000Doezema, J. 2000. "Loose women or lost women? The re-emergence of the myth of white slavery in contemporary discourses of trafficking in women". Gender Issues 18(1):23-50.: 40; Pheterson 2000Pheterson, G. 2000. El prisma de la prostitución. Madrid: TALASA Ediciones, S.L.: 27) y señala que el tráfico sexual incluye condiciones que van desde la decisión individual hasta el engaño y la coacción (Pheterson 2000Pheterson, G. 2000. El prisma de la prostitución. Madrid: TALASA Ediciones, S.L.: 128). El enfoque del trabajo sexual subraya que las experiencias de la mayoría de las mujeres migrantes prostituidas no se corresponden con los casos extremos de mujeres esclavizadas (Agustín 2007Agustín, L. 2007. Sex at the margins. Migration, labour markets and the rescue industry. New York: Zed Books.; Ruiz 2017Ruiz, M.C. 2017. "Sexualidad, migraciones y fronteras en contextos de integración sur-sur". Sexualidad, Salud y Sociedad 26:18-37. https://doi.org/10.1590/1984-6487.sess.2017.26.02.a.: 31).

Este artículo, sustentado en una metodología cualitativa que incluye entrevistas en profundidad a 155 mujeres migrantes centroamericanas que fueron víctimas de trata, parte de la siguiente pregunta de investigación: ¿por qué las mujeres migrantes prostituidas continúan en el comercio sexual cuando podrían escapar de la situación de explotación que padecen? Esta investigación se sustenta en la siguiente hipótesis: las mujeres migrantes que deciden no escapar de una situación de explotación sexual muchas veces toman decisiones sustentadas en una racionalidad económica: tras valorar y seleccionar diferentes alternativas deciden explotar su capital erótico, que conciben como el recurso personal más valioso que poseen. En primer lugar, se examina el concepto de capital erótico; más adelante, se describe la metodología utilizada y, finalmente, se analizan los resultados.

 

EL CAPITAL ERÓTICO Top

El capital es, según la definición de Bourdieu (2001Bourdieu, P. 2001. Poder, derecho y clases sociales. Bilbao: Desclée de Brouwer.: 131): “trabajo acumulado, bien en forma de materia, bien en forma interiorizada o ‘incorporada’”. La acumulación de capital requiere de tiempo; pero una vez producida presenta una tendencia ínsita a sobrevivir, reproducirse y crecer (Bourdieu 2001Bourdieu, P. 2001. Poder, derecho y clases sociales. Bilbao: Desclée de Brouwer.: 132). Según Bourdieu (2001Bourdieu, P. 2001. Poder, derecho y clases sociales. Bilbao: Desclée de Brouwer.: 131 y 132) es la inercia del capital lo que impone regularidades y estabilidad en el mundo social. Un mundo sin acumulación de capital sería caótico, ya que el estatus social de las personas cambiaría constantemente. El funcionamiento del mundo social no puede ser comprendido si no se conocen todas las manifestaciones del capital (Bourdieu 2001Bourdieu, P. 2001. Poder, derecho y clases sociales. Bilbao: Desclée de Brouwer.: 133). El mismo autor distingue tres maneras de manifestarse el capital: económica, cultural y social (Bourdieu 2001Bourdieu, P. 2001. Poder, derecho y clases sociales. Bilbao: Desclée de Brouwer.: 135). El capital económico es inmediatamente convertible en dinero; pero el capital cultural, al igual que el capital social, también puede transformarse bajo ciertas condiciones en capital económico. Una forma intermedia entre el capital cultural y el económico es el capital humano (Bourdieu 2001Bourdieu, P. 2001. Poder, derecho y clases sociales. Bilbao: Desclée de Brouwer.: 137), que es generado mediante la inversión educativa y económica.

En un influyente artículo publicado por Hakim en la European Sociological Review, la autora argumentó que existía una cuarta manifestación del capital, el capital erótico (Hakim 2010Hakim, C. 2010. "Erotic capital". European sociological review 26(5):499-518. https://doi.org/10.1093/esr/jcq014.: 499), que es tan importante como la tríada de Bourdieu para entender los procesos económicos y sociales, la interacción social y la movilidad social. Para Hakim (2010Hakim, C. 2010. "Erotic capital". European sociological review 26(5):499-518. https://doi.org/10.1093/esr/jcq014.: 500 y 501), el capital erótico es un conjunto de elementos que son más o menos relevantes en diferentes sociedades y momentos: la belleza, el atractivo sexual, el encanto, la vitalidad, la presentación social, la sexualidad y la fertilidad. Hakim (2014Hakim, C. 2014. Capital erótico. El poder de fascinar a los demás. Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial.: 38) señala que “el capital erótico se parece al capital humano: se necesita un nivel básico de talento y de capacidades, pero es posible ejercitarlo, desarrollarlo y asimilarlo para que su cuantía final exceda con mucho el talento inicial”. Para la autora (2014Hakim, C. 2014. Capital erótico. El poder de fascinar a los demás. Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial.: 28), “el capital erótico tiene tanto valor como el dinero, la educación y los buenos contactos”. Es por ello que, según Hakim (2010Hakim, C. 2010. "Erotic capital". European sociological review 26(5):499-518. https://doi.org/10.1093/esr/jcq014.: 510), la ausencia de esta última forma de capital en la obra de Bourdieu pone de manifiesto el predominio de perspectivas masculinas en la Sociología y el sesgo patriarcal de las Ciencias Sociales. Aunque termina disculpando a Bourdieu al señalar que su obra quedó, en cierto modo obsoleta, ya que no pudo anticipar que en el siglo XXI, a diferencia del siglo XX, la clase social dejaría de ser el elemento determinante del estilo de vida de la gente (Hakim 2014Hakim, C. 2014. Capital erótico. El poder de fascinar a los demás. Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial.: 30). Asimismo, la defensa que hace Giddens (2012Giddens, A. 2012. La transformación de la intimidad. Sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas. Madrid: Ediciones Cátedra.: 127) de las relaciones eróticas puras, no instrumentales, es criticada por Hakim (2014Hakim, C. 2014. Capital erótico. El poder de fascinar a los demás. Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial.: 90), que las considera desventajosas para las mujeres porque no otorgan un valor real a su capital erótico.

El capital erótico es diferente al capital económico, social y cultural. Los últimos están determinados por el sistema de clases, mientras que el primero solo está parcialmente ligado a él (Hakim 2014Hakim, C. 2014. Capital erótico. El poder de fascinar a los demás. Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial.: 34). Hakim (2014Hakim, C. 2014. Capital erótico. El poder de fascinar a los demás. Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial.: 18) argumenta que el capital económico determina el capital social y cultural, pero su relación con el capital erótico es contingente, ya que este no puede adquirirse con ningún otro tipo de capital (Moreno Pestaña 2016Moreno Pestaña, J.L. 2016. La cara oscura del capital erótico. Capitalización del cuerpo y trastornos alimentarios. Madrid: Ediciones Akal.: 165). Como subraya Hakim (2014Hakim, C. 2014. Capital erótico. El poder de fascinar a los demás. Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial.: 30): “ningún padre rico puede garantizar que sus hijos nazcan guapos y atractivos”. El capital erótico es definido como una forma subversiva de capital, porque es independiente de la clase social o del estatus; pero, principalmente, porque es poseído por las mujeres (Hakim 2010Hakim, C. 2010. "Erotic capital". European sociological review 26(5):499-518. https://doi.org/10.1093/esr/jcq014.: 510). El mayor capital erótico femenino emana del desequilibrio entre oferta y demanda en el mercado sexual, que genera un permanente déficit sexual masculino (Hakim 2010Hakim, C. 2010. "Erotic capital". European sociological review 26(5):499-518. https://doi.org/10.1093/esr/jcq014.: 505; 2015bHakim, C. 2015b. "Economies of desire: Sexuality and the sex industry in the 21st century". Economic Affairs 35(3):329-348. https://doi.org/10.1111/ecaf.12134.: 341; 2016Hakim, C. 2016. "The Sugar in His Tea: Sexuality, Patriarchy and Sexual Politics". Sociologica 10(3):1-28.: 6). Hakim, tras un análisis de decenas de encuestas sobre la conducta sexual en diferentes partes del mundo, concluye que “el déficit sexual masculino en las sociedades desarrolladas es un hecho social universal incuestionable” (2015aHakim, C. 2015a. "The male sexual deficit: A social fact of the 21st century". International Sociology 30(3):314-335. https://doi.org/10.1177/0268580915569090.: 328). La autora interpreta como una distinción biológica lo que otros académicos entienden como una construcción normativa (Green 2012Green, A. I. 2012. "‘Erotic capital’ and the power of desirability: Why ‘honey money’ is a bad collective strategy for remedying gender inequality". Sexualities 16(1-2):137-158. https://doi.org/10.1177/1363460712471109.: 144). El concepto de “déficit sexual masculino” es problemático porque revive un mito sepultado por el feminismo radical, que una supuesta necesidad erótica más apremiante del varón le permite esquivar las sanciones morales que sí le son impuestas a las mujeres (Millet 2017Millet, K. 2017. Política sexual (2.ª ed.). Madrid: ediciones Cátedra.: 222). Esto constituye un reto epistemológico para la filosofía feminista (Menéndez Menéndez 2015Menéndez Menéndez, I. 2015. "Alianzas conceptuales entre patriarcado y postfeminismo: A propósito del capital erótico". Revista Clepsydra 13:45-64.: 45), ya que la fundamentación empírica de la hipersexualidad masculina explica, según Hakim (2015aHakim, C. 2015a. "The male sexual deficit: A social fact of the 21st century". International Sociology 30(3):314-335. https://doi.org/10.1177/0268580915569090.: 328), tanto la demanda de la prostitución femenina como la violencia sexual. Hakim (2015bHakim, C. 2015b. "Economies of desire: Sexuality and the sex industry in the 21st century". Economic Affairs 35(3):329-348. https://doi.org/10.1111/ecaf.12134.: 342) concluye que la industria del comercio sexual no puede ser eliminada, y que todo intento de abolir la prostitución “está condenado al fracaso y constituye un desperdicio de recursos públicos”, porque empuja la demanda a otros países o desplaza la industria sexual hacia espacios clandestinos.

El feminismo radical combatió con ahínco desde los años sesenta el mito del déficit sexual masculino porque relegaba a un sector de la población femenina a la explotación sexual y convertía a la mujer en un objeto sexual. Por ello, Millet (2017Millet, K. 2017. Política sexual (2.ª ed.). Madrid: ediciones Cátedra.: 218-224) dedica siete páginas de su influyente obra a describir los fundamentos fisiológicos de una mayor potencia sexual femenina. Por el contrario, Hakim (2015aHakim, C. 2015a. "The male sexual deficit: A social fact of the 21st century". International Sociology 30(3):314-335. https://doi.org/10.1177/0268580915569090.: 325) asevera que el mayor deseo sexual masculino constituye un patrón general que se da en todas las sociedades y queda plasmado en los resultados reflejados por las encuestas de sexualidad a nivel mundial. Lo que el feminismo definió como un problema político, para Hakim es un problema natural o biológico. Lo que la agenda feminista contempla como dominación, Hakim lo transforma en emancipación (Moreno Pestaña 2016Moreno Pestaña, J.L. 2016. La cara oscura del capital erótico. Capitalización del cuerpo y trastornos alimentarios. Madrid: Ediciones Akal.: 166). Para Hakim (2010Hakim, C. 2010. "Erotic capital". European sociological review 26(5):499-518. https://doi.org/10.1093/esr/jcq014.: 512), el déficit sexual masculino, lejos de conducir a la opresión de la mujer, le proporciona una ventaja en las negociaciones con los hombres, le abre una vía de ascenso social y es un factor clave de cambio de estatus. Las mujeres tienen una ventaja sobre los hombres porque son poseedoras de un bien escaso que los últimos anhelan permanentemente y que puede intercambiarse por capital económico. Hakim (2010Hakim, C. 2010. "Erotic capital". European sociological review 26(5):499-518. https://doi.org/10.1093/esr/jcq014.: 499) argumenta que la ventaja que otorga a la mujer la posesión de mayor capital erótico es la razón por la que las sociedades patriarcales han negado su valor y han deslegitimado su uso. Pero su crítica más feroz es contra el feminismo blanco-burgués-puritano. Hakim (2010Hakim, C. 2010. "Erotic capital". European sociological review 26(5):499-518. https://doi.org/10.1093/esr/jcq014.: 511) subraya que en el siglo XXI el capital erótico es tan valioso desde los puntos de vista económico y social como el capital humano. Es por ello que califica como castrante la agenda feminista de igualdad de género, que niega el valor del atractivo físico y de la sexualidad femenina. Como consecuencia, insta a las mujeres a sacar el máximo partido del capital erótico como modo de contrarrestar la inequidad de género. Posiblemente, el aspecto más criticado de la obra de Hakim sea su defensa de la prostitución como estrategia correctora de la inequidad de género (Green 2012Green, A. I. 2012. "‘Erotic capital’ and the power of desirability: Why ‘honey money’ is a bad collective strategy for remedying gender inequality". Sexualities 16(1-2):137-158. https://doi.org/10.1177/1363460712471109.: 151).

Esta ruptura con la agenda y con las principales tesis del feminismo contemporáneo pronto le acarrearía un aluvión de críticas. La obra de Hakim ha sido tildada de reaccionaria, acientífica y provocadora, porque utiliza una retórica pseudofeminista que se apropia del discurso feminista para defender viejas formas patriarcales (Menéndez Menéndez 2015Menéndez Menéndez, I. 2015. "Alianzas conceptuales entre patriarcado y postfeminismo: A propósito del capital erótico". Revista Clepsydra 13:45-64.; Neveu 2013Neveu, E. 2013. "Les sciences sociales doivent-elles accumuler les capitaux?". Revue française de science politique 63(2):337-358. https://doi.org/10.3917/rfsp.632.0337.). El capital erótico, que para Hakim constituye un eje de poder, es conceptualizado por sus críticos como un elemento de refuerzo de los roles femeninos en el patriarcado. Green (2012Green, A. I. 2012. "‘Erotic capital’ and the power of desirability: Why ‘honey money’ is a bad collective strategy for remedying gender inequality". Sexualities 16(1-2):137-158. https://doi.org/10.1177/1363460712471109.: 139) califica la obra de Hakim como inconsistente, conceptualmente defectuosa y asociológica además de que pasa por alto los aspectos de raza, clase y género, que determinan el acceso de las mujeres a los recursos. Para Moreno Pestaña (2016Moreno Pestaña, J.L. 2016. La cara oscura del capital erótico. Capitalización del cuerpo y trastornos alimentarios. Madrid: Ediciones Akal.: 66 y 76), la obra de Hakim no solo está apoyada en presupuestos naturalistas poco convincentes, sino que, además, depende de un modelo poco elaborado de acción racional que no tiene en cuenta que el cuerpo aparece asociado a un sentimiento de dignidad que impide que pueda ser ofertado como cualquier tipo de calificación (Moreno Pestaña y Bruquetas Callejo 2016Moreno Pestaña, J.L. y C. Bruquetas Callejo. 2016. "Sobre el capital erótico como capital cultural". Revista Internacional de Sociología 74(1):e024. https://doi.org/10.3989/ris.2016.74.1.024.: 5). Hakim también ha sido criticada por ignorar los campos (Green 2012Green, A. I. 2012. "‘Erotic capital’ and the power of desirability: Why ‘honey money’ is a bad collective strategy for remedying gender inequality". Sexualities 16(1-2):137-158. https://doi.org/10.1177/1363460712471109.: 139) o circuitos de Zelizer (Moreno Pestaña y Bruquetas Callejo 2016Moreno Pestaña, J.L. y C. Bruquetas Callejo. 2016. "Sobre el capital erótico como capital cultural". Revista Internacional de Sociología 74(1):e024. https://doi.org/10.3989/ris.2016.74.1.024.: 7) en que se enmarca el capital erótico. Sin embargo, la obra de Hakim constituye una aportación teórica influyente, que ha inspirado una nueva agenda de investigación sociológica que incluye temáticas tan diversas como el rol del capital erótico en la vida de hombres y mujeres (Sarpila 2013Sarpila, O. 2013. "Attitudes towards performing and developing erotic capital in consumer culture". European Sociological Review 30(3):302-314. https://doi.org/10.1093/esr/jct037.), en el mercado matrimonial (Martínez Pastor 2017Martínez Pastor, J.I. 2017. "¿Importa el atractivo físico en el mercado matrimonial?". Reis: Revista española de investigaciones sociológicas 159:91-112.: 92) o en la generación de bienestar subjetivo (Requena 2017Requena, F. 2017. "Erotic capital and subjective well-being". Research in Social Stratification and Mobility 50:13-18. https://doi.org/10.1016/j.rssm.2017.04.001.). Asimismo, esta tesis ha servido de marco para conceptualizar la agencia de la mujer migrante prostituidas que hace uso del capital erótico para avanzar socialmente (Ding y Ho 2013Ding, Y. y P.S.Y. Ho. 2013. "Sex work in China’s Pearl River Delta: Accumulating sexual capital as a life-advancement strategy". Sexualities 16(1-2):43-60. https://doi.org/10.1177/1363460712466211.: 46; Ruiz 2017Ruiz, M.C. 2017. "Sexualidad, migraciones y fronteras en contextos de integración sur-sur". Sexualidad, Salud y Sociedad 26:18-37. https://doi.org/10.1590/1984-6487.sess.2017.26.02.a.: 34).

Las personas necesitan alguna forma de capital para participar en los procesos sociales y económicos y ascender socialmente; quienes carecen del mismo sufren procesos de exclusión social. Como consecuencia, el capital erótico constituye un activo importante para aquellos grupos sociales que tienen menor acceso al capital económico, social y humano, como los jóvenes, las minorías, los migrantes (Hakim 2014Hakim, C. 2014. Capital erótico. El poder de fascinar a los demás. Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial.: 26) o las mujeres (Hakim 2014Hakim, C. 2014. Capital erótico. El poder de fascinar a los demás. Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial.: 44). El feminismo radical condenó el anhelo de las mujeres de clases bajas de elevar su posición económica y social a través del uso de la atracción sexual, porque erosionaba los incentivos para luchar por la realización y la liberación personal (Millet 2017Millet, K. 2017. Política sexual (2.ª ed.). Madrid: ediciones Cátedra.: 146). Como contraste, Hakim (2014Hakim, C. 2014. Capital erótico. El poder de fascinar a los demás. Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial.: 2) subraya que “para quienes tengan pocas calificaciones, o ninguna, el capital erótico puede ser la baza personal más importante de todas”. Quienes se encuentran en el último escalón del mercado laboral son las mujeres migrantes, ya que son “doblemente menospreciadas por su sexo y por su origen étnico” (Wikander 2016Wikander, U. 2016. De criada a empleada. Poder, sexo y división del trabajo (1789-1950). Madrid: Siglo XXI.: 9). Sanchis (2011Sanchis, E. 2011. "Prostitución voluntaria o forzada. Una contribución al debate". Papers 96(3):915-936. https://doi.org/10.5565/rev/papers/v96n3.121.: 921), en un estudio sobre la prostitución en España, señala que la prostitución clásica, en que el elemento novedoso es la presencia de mujeres migrantes, aparece inducida por la escasa dotación de capital económico, social y cultural. Por ello, no resulta extraño que estudios empíricos realizados en diferentes contextos subrayen que el capital erótico constituye un mecanismo a través del cual las mujeres migrantes prostituidas con escasos recursos económicos acceden a espacios de inclusión laboral y social, y logran avances económicos y sociales difíciles de alcanzar en otras actividades (Ruiz 2017Ruiz, M.C. 2017. "Sexualidad, migraciones y fronteras en contextos de integración sur-sur". Sexualidad, Salud y Sociedad 26:18-37. https://doi.org/10.1590/1984-6487.sess.2017.26.02.a.: 22; Ding y Ho 2013Ding, Y. y P.S.Y. Ho. 2013. "Sex work in China’s Pearl River Delta: Accumulating sexual capital as a life-advancement strategy". Sexualities 16(1-2):43-60. https://doi.org/10.1177/1363460712466211.: 55).

 

METODOLOGÍA Y DESCRIPCIÓN DE LA MUESTRA Top

Esta investigación se sustenta en una metodología cualitativa. El procedimiento utilizado para recabar la muestra fue el muestreo en cadena. Fueron seleccionadas 155 mujeres centroamericanas que cumplían con tres criterios específicos: 1) eran mayores de edad; 2) fueron conducidas por una red de tráfico sexual[1] en una o más ocasiones a otro país, y 3) fueron inducidas al trabajo sexual en uno o más países diferentes al de origen. En México fueron prostituidas 146 mujeres y en Estados Unidos 136. Las entrevistas se realizaron entre 2013 y 2017 en México (Chiapas, Veracruz, Ciudad de México, San Luis Potosí, Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila y Tabasco) y Estados Unidos (Nevada). Seis mujeres residían en Estados Unidos, mientras que 149 se encontraban en tránsito por México. Las últimas fueron deportadas de Estados Unidos y buscaban llegar al norte. En muchos casos, esperaban en México a un traficante enviado por sus patrones (Izcara Palacios 2015aIzcara Palacios, S. P. 2015a. "Los transmigrantes centroamericanos en México". Latin American Research Review 50(4):49-68. https://doi.org/10.1353/lar.2015.0050.).

Para realizar el trabajo de campo se siguieron los lineamientos propuestos por la Organización Mundial de la Salud (Zimmerman y Watts 2003Zimmerman, C. y C. Watts. 2003. WHO ethical and safety recommendations for interviewing trafficked women. Geneva: World Health Organization.), y el diseño metodológico fue aprobado por el Comité de ética de la investigación del Cuerpo Académico “Migración, desarrollo y derechos humanos” de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (2009Universidad Autónoma de Tamaulipas 2009. Protocolo del Comité de ética de la investigación. Disponible en: https://www.researchgate.net/publication/316554261_Protocolo_del_Comite_de_etica_de_la_investigacion_del_CAC_UAT-CA-73.). Se obtuvo el consentimiento de participación voluntaria en el estudio de forma oral y, para no influenciar el consentimiento de las entrevistadas, estas no recibieron incentivos económicos. A las participantes se les explicó el propósito de esta investigación, qué institución la realizaba y la naturaleza voluntaria de su participación en el estudio. Aquellas que accedieron a la invitación de participar fueron informadas sobre la confidencialidad y anonimato de los datos recabados. Las entrevistas fueron conducidas con una guía que incluía preguntas abiertas y cerradas, fueron grabadas y transcritas y tuvieron una duración comprendida entre 60 y 120 minutos.

Más de la mitad de las entrevistadas eran guatemaltecas, un 20.6 % eran salvadoreñas, un 18.7 % hondureñas, un 5.8 % nicaragüenses, y dos nacieron en Belice (véase la tabla 1). Las edades de las entrevistadas se extendían en un rango de 18 a 41 años de edad y cursaron primaria incompleta. Las entrevistadas provenían de hogares paupérrimos, por lo que tuvieron que comenzar a trabajar a una edad promedio de 11.4 años de edad, para contribuir a la economía familiar. Seis años después, a una edad promedio de 17.6 años de edad, fueron introducidas en el comercio sexual, y la duración en esta actividad fluctuaba de 2 a 218 meses (véase la tabla 2). 27 de las entrevistadas (17.4 %) únicamente trabajaron en la prostitución; mientras que el 82.6 % de ellas habían trabajado en otras actividades (agricultura, restauración, servicio doméstico, etc.) (véase la tabla 3).

Tabla 1. País de origen de las mujeres centroamericanas entrevistadas

País de origen de las mujeres centroamericanas entrevistadas

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Tabla 2. Edad, educación y duración en el comercio sexual de las entrevistadas

Edad, educación y duración en el comercio sexual de las entrevistadas

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Tabla 3. Actividades donde fueron empleadas las entrevistadas

Actividades donde fueron empleadas las entrevistadas

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Las entrevistadas presentaban una experiencia migratoria extensa. Salieron de su país una media de 2.18 veces, 1.05 veces llegaron hasta Estados Unidos y 1.13 veces hasta México (véase la tabla 4). Asimismo, presentaban una biografía compleja de participación en el comercio sexual, donde padecieron diferentes situaciones de explotación sexual. La experiencia de las entrevistadas en el comercio sexual fue dividida en cuatro situaciones distintas: 1) esclavitud sexual; 2) prostitución involuntaria; 3) prostitución no forzada sin libertad para elegir clientes ni trabajar en otros locales, y 4) prostitución no forzada con libertad para elegir clientes y trabajar en otros locales. La esclavitud sexual fue definida a partir de dos criterios: haber sido sometidas a un completo control mediante el uso de violencia física o psicológica para que ejerciesen la prostitución, y no haber recibido ningún tipo de remuneración económica o de otro tipo. La prostitución involuntaria fue definida a partir de dos criterios: haber sido menores de edad traficadas o prostituidas, tanto a través del engaño como de modo no forzado, y haber sido mayores de edad traficadas o prostituidas a través del engaño. Finalmente, se definió la prostitución no forzada a partir del siguiente criterio: haber sido mayores de edad prostituidas sin engaño. Pero se diferenció entre aquellas que no tenían libertad para elegir clientes ni trabajar en otros locales y aquellas que sí podían hacerlo. Las tres primeras situaciones pueden ser definidas como trata de personas; mientras que únicamente la última puede ser definida como prostitución voluntaria. Como se aprecia en la tabla 5, solo una quinta parte del tiempo que participaron las entrevistadas en el comercio sexual podría ser calificado como prostitución voluntaria.

Tabla 4. Experiencia migratoria de las entrevistadas

Experiencia migratoria de las entrevistadas

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Tabla 5. Duración de las entrevistadas en el comercio sexual

Duración de las entrevistadas en el comercio sexual

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Solo un 11.6 % de las entrevistadas únicamente experimentaron formas de prostitución voluntaria; es decir, eran mayores de edad que no fueron engañadas ni les fue negada la libertad para elegir clientes o trabajar en otros locales (véase la tabla 6). Por el contrario, el 88.4 % sufrieron en alguna ocasión alguna forma de trata, ya que la prostitución no forzada sin libertad para elegir clientes ni trabajar en otros locales es definida por el derecho internacional como trata, porque entra en contradicción con el principio de la intrínseca inalienabilidad de la libertad personal.[2] En este último caso, las mujeres manifestaron que fueron prostituidas sin engaño y que renunciaron a su libertad para elegir clientes o trabajar en otros locales en aras de obtener salarios elevados.

Tabla 6. Situaciones sufridas por las entrevistadas en el comercio sexual

Situaciones sufridas por las entrevistadas en el comercio sexual

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LAS MIGRANTES CENTROAMERICANAS Y EL COMERCIO SEXUAL Top

Las mujeres centroamericanas entrevistadas fueron introducidas en el comercio sexual, bien a través del engaño o la coacción, bien porque necesitaban hacer frente a una situación de penuria económica y no encontraron empleo en otro tipo de actividad. Casi dos tercios (60.7 %) de las entrevistadas fueron prostituidas antes de cumplir la mayoría de edad (véase la tabla 7). En un primer momento, la mayor parte de las entrevistadas hubiesen deseado abandonar el comercio sexual, pero no pudieron hacerlo. Como decía Sandra: “Un día sí pedía cambiar de vida; pero no tuve la oportunidad”. La idea de que en el pasado habrían querido dejar la prostitución si hubiesen tenido la oportunidad de hacerlo, o alguien les hubiese ofrecido un trabajo diferente, aparecía reflejada en expresiones como: “Sí quise cambiarlo, pero ya no, porque sé que aquí es donde se gana mejor que en otros trabajos” (Pilar); “En un principio lo hubiera cambiado; ahora ya no, pues me he acostumbrado a este trabajo” (Dora) o “En otros tiempos lo hubiera cambiado, ahora ya no lo cambio” (Dorotea). Un 40 % de las entrevistadas escaparon en una ocasión de los delincuentes que las prostituían, ya que no soportaban la situación de esclavitud a la que fueron sometidas. Algunas deseaban denunciarles, pero no lo hicieron porque desconfiaban de las autoridades o temían ser deportadas (Izcara Palacios 2016Izcara Palacios, S. P. 2016. "Violencia postestructural: migrantes centroamericanos y cárteles de la droga en México". Revista de Estudios Sociales 56:12-25. https://doi.org/10.7440/res56.2016.01. y 2018Izcara Palacios, S. P. 2018. "El déficit de denuncias de víctimas de prostitución forzada en México". Mexican Studies/Estudios Mexicanos 34(2):191-217. https://doi.org/10.1525/msem.2018.34.2.191.). En la mayor parte de los casos, ellas orquestaron su salida en alianza con otras compañeras; algunas fueron liberadas por clientes y otras fueron rescatadas en operativos policiales. Paradójicamente, a los pocos días de escapar buscaron empleos en el comercio sexual, aunque no en una situación de esclavitud.

Después de transcurrido en promedio casi ocho años en el comercio sexual (véase la tabla 2), el 71 % de las entrevistadas únicamente deseaban trabajar en la prostitución (véase la tabla 7). El 19.3 % trabajarían en otra actividad si obtuviesen unas condiciones salariales similares a las obtenidas en el comercio sexual, y únicamente el 9.7 % de las entrevistadas deseaban dejar la prostitución (véase la tabla 7). Estas últimas se vieron obligadas a prostituirse porque durante su tránsito por México no encontraron otra forma de supervivencia, pero no soportaban realizar esta actividad. Lo hicieron para hacer frente a una situación de privación intolerable, pero buscaban la forma de dejarla. Irene afirmaba: “Agarraría otro trabajo si lo hubiera; este trabajo que hago no es de mi gusto, no me siento nada bien al hacerlo”. Algunas padecían una situación tan desesperada que pedían a Dios que les diese otra forma de ganarse la vida. Como señalaba Blanca: “Con que saque para los gastos y la comida, con eso es suficiente para mí; sería una bendición de Dios si me dieran otro trabajo que no sea de prostituta”; o, como afirmaba Eugenia: “Sí cambiaría este trabajo; eso es lo que le pido a Dios”. Sin embargo, pensaban que era muy difícil encontrar otro tipo de trabajo porque eran inmigrantes ilegales en tránsito por México que no tenían dinero para continuar su camino hacia los Estados Unidos, y debían trabajar para sobrevivir y reunir dinero para llegar a su destino. Como señalaba Federica: “Sí me cambiaría; pero es casi imposible, esto no pasará porque no hay trabajo, no tengo papeles para estar en México”.

Tabla 7. Preferencias de las entrevistadas sobre la prostitución

Preferencias de las entrevistadas sobre la prostitución

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Las mujeres que deseaban trabajar en otra actividad si obtuviesen salarios similares a los obtenidos en el comercio sexual mostraban un desagrado por la prostitución. Sin embargo, no estaban dispuestas a dejar esta actividad por un empleo que les proporcionase ingresos económicos muy inferiores, ya que se habían tornado dependientes de la elevada remuneración que les proporcionaba el comercio sexual. Esta actividad les permitía enviar remesas a sus familias y poder llevar un estilo de vida relativamente acomodado. Las entrevistadas enviaban a sus familias un 47 % de sus salarios (2798 dólares mensuales) y dedicaban el 53 % (3163 dólares mensuales) a gastos personales: renta de apartamentos, alimentación, compra de ropa y complementos, joyas, perfumes, y procedimientos estéticos (véase la tabla 8). Muchas dedicaban una pequeña parte de sus ingresos a la compra de drogas, aunque ninguna se consideraba adicta. En muchos casos, las entrevistadas sublimaban o permutaban el hastío de la actividad que realizaban con un consumo suntuario. En algunos casos, las mujeres estaban dispuestas a aceptar empleos que les reportasen remuneraciones económicas ligeramente inferiores a las obtenidas en la prostitución. Como decía Amparo: “Tendría que llegar a ganar casi lo mismo porque en este trabajo se gana bien y por eso lo hago”. Otras mujeres solo dejarían la prostitución por otro empleo que les proporcionase la misma remuneración, o donde ganasen más dinero. Como afirmaba Carla: “Si pagaran igual o mejor que este trabajo sí lo haría de cambiarlo”. Pero las entrevistadas pensaban que difícilmente podrían encontrar otro trabajo, ya que los empleos demandantes de mano de obra no cualificada ofrecían salarios poco atractivos. Soledad señalaba: “Lo cambiaría si me pagaran bien, si me pagaran mal preferiría seguir haciendo este trabajo que hago, aunque no es muy agradable”. La prioridad otorgada a la obtención de una remuneración elevada por su trabajo aparecía reflejada en expresiones como: “Lo cambiaría siempre y cuando me pagaran bien” (Adela); “Depende de lo que me pagaran; de eso dependería mucho” (Agustina); “Lo pensaría de acuerdo a lo que me pagaran” (Benita); “Me gustaría cambiar de trabajo, pero tengo que ver cuánto voy a ganar” (Bernarda), o “Si me pagan bien, sí lo cambio” (Cristina). Otras consideraban que el estigma de la prostitución les impedía encontrar otros trabajos, por lo que se habían resignado a trabajar en el comercio sexual, aunque no fuese de su agrado. Como decía Elena: “Es muy difícil conseguirse otro trabajo”, o, como señalaba Sofía: “Es también difícil que a una que se dedica a este trabajo la empleen en otro trabajo porque ya la conocen, porque dicen que a una que se ha dedicado a la prostitución se la nota en la cara”.

Tabla 8. Salarios obtenidos por las entrevistadas en Estados Unidos (USD)

Salarios obtenidos por las entrevistadas en Estados Unidos (USD)

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CAPITAL ERÓTICO Y PROSTITUCIÓN Top

Ruiz (2017Ruiz, M.C. 2017. "Sexualidad, migraciones y fronteras en contextos de integración sur-sur". Sexualidad, Salud y Sociedad 26:18-37. https://doi.org/10.1590/1984-6487.sess.2017.26.02.a.: 32), en un estudio sobre las mujeres migrantes empleadas en el comercio sexual en Ecuador, señalaba que en el país de destino no existían otras oportunidades laborales que justificasen su proceso migratorio. En esta investigación, siete de cada diez entrevistadas no deseaban trabajar en otra actividad que no fuese la prostitución. Muchas de ellas habían realizado inversiones importantes en la modificación de su cuerpo a través de la cirugía estética, dietas, etc. para ser más competitivas en la industria del comercio sexual. En algunos casos, cuando las mujeres llegan a Estados Unidos, son sus patrones quienes las inducen a realizarse operaciones de cirugía plástica. Los últimos costean estas intervenciones quirúrgicas que, más adelante, descontarán de los salarios de las primeras. Como señalaba Eleonor: “Allá (Estados Unidos) me operaron y me dejaron este cuerpo de modelo; me dejaron exactas las medidas de busto, cintura y cadera (…). Por eso tengo este cuerpo hermoso, que es con el que trabajo. Los hombres se fijan en mí por mi cuerpo hermoso y divino”. Pero, más adelante, son las propias mujeres quienes deciden invertir parte de sus ganancias en embellecer y esculpir su cuerpo para poder competir con las más jóvenes. Como decía Hilda: “Cuando empecé a ver que ya era mayor y que preferían a nenas menores, yo me cuidé mi cuerpo y así me fue mejor; me hice cirugías (…) con esto me fue mejor; así tengo este cuerpazo muy bien puesto”. Asimismo, como señalaba una mujer guatemalteca que acababa de someterse a una intervención de embellecimiento facial antes del comienzo de la temporada veraniega en Nevada: “Vine con la dermatóloga porque ya pronto va a comenzar la temporada alta, y pues, tengo que estar bien guapa; pero pues, como quedo hinchada descanso unos días” (Yolanda). Las mujeres tendían a mostrar una satisfacción, bien con la transformación de su cuerpo mediante la cirugía, bien con el cuidado de su cuerpo a través de dietas y la utilización de productos cosméticos.

Por lo tanto, trabajar en una actividad que no valorase su capital erótico incorporado carecía de sentido para ellas. Algunas de las entrevistadas argumentaban que no trabajar en la prostitución sería una decisión económica errónea, porque perderían la inversión realizada en su cuerpo. Las siguientes expresiones hacían referencia al cuerpo como una herramienta de trabajo en la que las entrevistadas habían invertido dinero para maximizar sus ingresos: “He invertido en mí misma, ya no cambio” (Sara); “Empecé a invertir en mi cuerpo, en verme mejor, para poder trabajar en esta agencia, son muy exigentes por los clientes que tienen” (Valeria), o “Me sigo cuidando de mi cuerpo porque es con lo que puedo trabajar” (Leonora). Hilda explicaba que no podía dejar el trabajo de la prostitución, ya que se había sacrificado mucho para tener un cuerpo deseable:

“Me he sacrificado mucho por mi trabajo, por mi cuerpo, que no agarraría otro trabajo que no sea este en la prostitución. Este trabajo no es un mal trabajo; es como cualquier otro trabajo, solo que siempre tienes que estar bella y siempre dispuesta a trabajar, a complacer a los clientes, llevas una buena vida con este trabajo y sin esforzarte mucho tiempo” (Hilda).

Las preferencias de las entrevistadas por el trabajo sexual aparecían explicadas por la acumulación de capital erótico. Este se pierde con la edad. Por lo tanto, no resulta extraño que las más jóvenes, que son quienes poseen más capital erótico, se mostrasen más reticentes a abandonar la prostitución. La edad media de las mujeres que solo deseaban trabajar en la prostitución era de 24.8 años, tres años inferior a la de las mujeres que trabajarían en otra actividad diferente a la prostitución si les ofreciese ganancias similares. Aunque el elemento que mejor explica la situación de rechazo o aceptación de la prostitución es la duración en esta actividad. Frente a las mujeres que deseaban trabajar en la prostitución, quienes habían permanecido en esta actividad una media de 102.8 meses, y las que trabajarían en otra actividad que les reportase los mismos beneficios económicos, que permanecieron en promedio 86 meses, las mujeres que rechazaban el comercio sexual solo habían sido prostituidas durante una media de 8.7 meses (véase la tabla 9). Este dato explica un elemento que se repetía en muchas de las entrevistas. Las mujeres fueron introducidas en la prostitución mediante el engaño o por necesidades económicas apremiantes; como consecuencia, en un principio casi todas mostraban aversión hacia el comercio sexual. Sin embargo, a medida que pasó el tiempo y transitaron desde situaciones de mayor abuso a formas de menor explotación, muchas mostraron interés por utilizar e incrementar su capital erótico para lograr mayores ganancias económicas. Paradójicamente, las más jóvenes presentaban una mayor duración en la prostitución y actitudes más favorables hacia el ejercicio de esta actividad. El 73.6 % de las mujeres que deseaban trabajar únicamente en la prostitución fueron prostituidas siendo menores de edad. Como contraste, todas las entrevistadas que deseaban abandonar la prostitución fueron prostituidas siendo mayores de edad (véase la tabla 10).

Tabla 9. Preferencias según la edad y duración en la prostitución

Preferencias según la edad y duración en la prostitución

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Tabla 10. Edad de las entrevistadas cuando fueron prostituidas por primera vez

Edad de las entrevistadas cuando fueron prostituidas por primera vez

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Los datos de la tabla 11 resultan más paradójicos, ya que fueron las mujeres que habían sufrido formas más desagradables de explotación sexual (esclavitud sexual y prostitución involuntaria) quienes eran más reticentes a abandonar la prostitución. Como contraste, algunas mujeres que nunca sufrieron esclavitud sexual o prostitución involuntaria y, siendo mayores de edad, decidieron de modo no forzado trabajar en la prostitución, mostraban un mayor deseo de abandonar el comercio sexual. Entre aquellas mujeres que deseaban trabajar únicamente en la prostitución, el 85.4 % sufrieron alguna vez formas de esclavitud sexual o prostitución involuntaria. Como contraste, entre aquellas que trabajarían en otra actividad si obtuviesen remuneraciones económicas similares a las que obtenían en el comercio sexual el porcentaje disminuía hasta el 66.7 %, y entre aquellas que buscaban por todos los medios abandonar la prostitución el porcentaje se situaba en un 73.3 %.

Tabla 11. Formas de explotación sexual sufrida por las entrevistadas

Formas de explotación sexual sufrida por las entrevistadas

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LA PROSTITUCIÓN COMO PROFESIÓN Top

Las mujeres que deseaban trabajar únicamente en el comercio sexual describían la prostitución como una profesión. Esta idea aparecía reflejada en expresiones como: “No cambio este mi trabajo porque es mi trabajo, es mi oficio, lo que sé trabajar” (Nicolasa); “Es lo que quiero hacer, ese es mi trabajo, mi oficio, lo único que sé trabajar” (Rosario); “Es mi trabajo y lo quiero seguir haciendo” (Paola), o “Es mi trabajo, es lo que sé trabajar, que es lo que quiero, llegar y trabajar, juntar, ahorrar y regresar a mi país” (Pilar). Algunas de las entrevistadas justificaban su interés en el comercio sexual diciendo que esto era lo único que sabían hacer. Para ellas carecía de lógica buscar otro empleo, ya que pensaban que no sabrían cómo realizarlo o que no se adaptarían a una actividad que fuese más demandante físicamente. Como señalaba Jacinta: “No sé trabajar en otras cosas que no sea esta”, o Rafaela: “No sé si serviría yo para otro trabajo; creo que no”.

Ellas no consideraban que el trabajo sexual fuese una profesión diferente a otras actividades. La idea de que la prostitución era un trabajo que les gustaba realizar aparecía reflejado en expresiones como: “No cambio mi trabajo, este trabajo me gusta” (Manuela); “Este trabajo me gusta, y pagan muy bien” (Bruna); “Me gusta este trabajo, y me gusta estar siempre bien arreglada; así es mi vida, así me gusta vivir” (Carmen); “No lo cambiaría porque este trabajo que hago me gusta” (Diana); “Yo lo hago porque me gusta esa vida” (Dorotea); “Este trabajo me gusta hacerlo y me pagan muy bien” (Elisea); “No cambiaría el trabajo que hago porque me gusta hacerlo y es mejor pagado que otro trabajo” (Fernanda), o “No cambio mi jale porque me gusta, porque no es cansado, aquí tienes que estar siempre bien y mantenerte, cuidarte tu cuerpo, y no cambio mi jale porque me gusta hacerlo” (Juliana). Para muchas de las entrevistadas, el comercio sexual es un trabajo más atractivo que otras actividades económicas porque genera mayores ingresos económicos y requiere un menor esfuerzo físico. Renata explicaba que, a ella, al igual que a todas las personas, le gustaba el trabajo poco oneroso y bien remunerado. Por lo tanto, consideraba que la prostitución es un mejor trabajo que otros porque genera salarios elevados con menos esfuerzo: “En otros trabajos no pagan los mismo, es más trabajo y menos pago; eso no me gusta, creo que a nadie” (Renata). Algunas comparaban la prostitución con otros trabajos que realizaron anteriormente (véase la tabla 3) y encontraban mayor atractivo en el primero que en los últimos. Como señalaba María: “Cualquier trabajo pagan menos y son muy cansados, te trabajan mucho. Yo trabajé en una casa antes de trabajar en este trabajo de la prostitución”; como decía Isabel: “Es un trabajo donde me pagan más y mejor. Antes sí tenía otro trabajo, pero desde que conocí este trabajo ya me gustó y me quedé a hacerlo”, o como afirmaba Teodora: “Cuando trabajaba en el campo me pagaban menos y cuando trabajé en la cantina me pagaban más y mejor el trato; por eso me quedé en la cantina a trabajar”. La idea de que la prostitución es un trabajo menos pesado y mejor remunerado que cualquier otra actividad que pudiesen realizar aparecía subrayada en muchos de los relatos recopilados:

“Esos otros trabajos son cansados y aquí es relajado el trabajo” (Elvia).

“No pagan lo mismo y es más trabajo esos trabajos que este que hago” (Genoveva)

“En cualquier otro trabajo pagan menos y te trabajan más” (Lucía).

“En otros trabajos llegan a pagar menos y a trabajarte más” (Natalia).

“En los demás trabajos pueden pagar menos y te trabajan más” (Paulina).

“En cualquier otro trabajo pagan menos de lo que puedo ganarme en la prostitución” (Rebeca).

“En este trabajo se gana sin esfuerzo máximo, es bueno el trabajo” (Rocío).

“Si es en campo es mucho tiempo, si es en cocinas es mucho tiempo. En donde quiera es mucho trabajo y menos pago por lo que se hace” (Silvia).

Aunque la mayor preocupación de las entrevistadas era no poder hacer frente a sus compromisos (gastos personales y envío de remesas) con los ingresos generados por otra actividad (véase la tabla 8). Como señalaba Lorena: “En otros trabajos llegan a pagar menos y no completaría mis compromisos”.

 

LA JUVENTUD COMO MERCANCÍA Top

Las mujeres de menos edad presentaban actitudes más positivas hacia el comercio sexual que aquellas de más edad. El comercio sexual es una industria que se nutre del capital erótico de las mujeres que emplea. Este capital puede incrementarse o su pérdida puede frenarse con tratamientos estéticos. Pero, como señalaban las entrevistadas, la mujer lo pierde de modo paulatino a medida que avanza su edad. Esta idea aparecía reflejada en expresiones como: “Una como mujer en este trabajo tiene más años y vale menos y tienes menos años y vales más” (Graciela); “Se va perdiendo el trabajo mientras va avanzando la edad” (Genoveva), o “pasa el tiempo, las mujeres bajan de valor por los años que pasan” (Magdalena). Las mujeres prostituidas disponen de capital erótico durante un espacio temporal de aproximadamente dos décadas; después desaparece. Es por ello que las más jóvenes no deseaban cambiar la prostitución por otro empleo. La idea de que debían aprovechar su juventud y sacar provecho a su cuerpo trabajando en la prostitución mientras fuesen jóvenes se repetía en numerosas entrevistas:

“No cambiaría el trabajo, tengo mi cuerpo hermoso para sacarle provecho mientras pueda llegar a un día que ya no tenga el mismo valor por lo mismo del paso de los años” (Eleonor).

“Por el momento voy a aprovechar mi cuerpo” (Esmeralda).

“A mí me conviene llegar a ganar más, y no menos, por eso sigo en este trabajo, para estar mejor y aprovechar mi juventud” (Jimena).

“Quiero hacer este trabajo allá (en Estados Unidos) antes que pase más tiempo, pase mi edad y luego ya no pueda trabajar, ya cuando se tiene más edad no se puede trabajar porque los clientes pierden interés en las mujeres mayores, yo quiero aprovechar mi juventud” (Luisa).

“Es donde me puede ir mejor mientras siga siendo joven” (Rebeca).

“Tengo que trabajar mientras pueda y sea joven porque a las que ya tienen más años ya no las quieren en este trabajo” (Teresa).

La juventud aparecía descrita como un periodo temporal tan efímero que algunas mostraban un profundo estrés al contemplar como el paso del tiempo mermaba su capital. Muchas de las entrevistadas buscaban ensanchar y dilatar lo más posible su capital erótico ante la preocupación por la llegada del día cuando este desapareciese y tuviesen que realizar otro tipo de trabajo peor remunerado y más demandante físicamente. Todas sabían que un día tendrían que abandonar el comercio sexual debido al agotamiento paulatino de su capital erótico. Pero muchas cuidaban su físico para prolongar el ejercicio del comercio sexual, ya que conocían a mujeres mayores que ellas que lograron mantener su atractivo:

“Lo dejaré de hacer cuando ya no pueda trabajar, hay mujeres grandes, con edades grandes, que siguen trabajando en este trabajo, y lo hacen y les va bien” (Ignacia).

“Mientras pueda trabajaré, y me he cuidado mucho para seguir trabajando” (Inés).

“Dejaré este trabajo como a los cuarenta años. Me voy a cuidar mucho para conservarme” (Paloma).

“Trabajaré hasta que los hombres dejen de buscarme como mujer; no sé cuándo, no sé qué años tendré porque depende de cómo me cuide” (Raquel).

Tres eran hijas de trabajadoras sexuales y habían presenciado cómo sus madres tuvieron que dejar la prostitución porque su capital erótico se agotó. Ahora ellas cuidaban de sus madres. Ellas sabían que les pasaría lo mismo y presentaban cierta ansiedad por el hecho de que llegará el día cuando tengan que buscar otro tipo de empleo. Como señalaba Lorena: “Lo estaré haciendo mientras pueda trabajar en este trabajo, aunque se llega el día que ya no se puede hacer. Lo miré en mi mamá que con los años dejó de trabajar como puta”.

Por otra parte, aquellas mujeres de más edad, que descubren que su capital erótico va menguando y en pocos años no podrán ganarse la vida en el comercio sexual, mostraban un mayor interés por buscar otros empleos. Camila decía: “A mi edad sí lo quisiera porque ya tengo mis años y es mejor empezar a cambiar de trabajo; en unos cuantos años más ya no será lo mismo que pueda trabajar”.

 

CONCLUSIÓN Top

Las mujeres que sufren situaciones de explotación sexual y abuso de una situación de vulnerabilidad derivada de su estatus migratorio irregular, no siempre son víctimas pasivas que buscan ser rescatadas e introducidas en empleos dignos. En muchos casos, después de valorar diferentes alternativas, deciden que trabajar en el comercio sexual es más beneficioso económicamente que realizar otro tipo de actividad.

Los datos de esta investigación muestran que aquellas mujeres migrantes con una mayor duración en la prostitución, generalmente porque fueron introducidas en el comercio sexual siendo menores de edad, son quienes se muestran más reticentes a abandonar esta actividad. Por lo tanto, la criminalización de las mujeres migrantes prostituidas que buscan maximizar su capital erótico en países que les ofrecen oportunidades económicas atractivas golpea a las personas más vulnerables. Muchas de las entrevistadas recordaban con tristeza cómo ingresaron en el comercio sexual, y deseaban haber sido rescatadas en ese momento. Pero su situación había cambiado, ya que habían transitado desde escenarios de mayor abuso a otros de menor explotación. Después de años de permanencia en esta industria no se consideraban tan indefensas como en un principio, y muchas deseaban ganarse la vida en el comercio sexual hasta que su capital erótico se agotase.

La biografía de las mujeres migrantes centroamericanas prostituidas refleja situaciones de esclavitud sexual, prostitución involuntaria o prostitución no forzada sin libertad para elegir clientes ni trabajar en otros locales. Además, la mayoría fueron prostituidas siendo menores de edad. Incluso aquellas que se enfrentan a una situación de prostitución no forzada con libertad para elegir clientes y trabajar en otros locales, padecen el abuso de una situación de vulnerabilidad. Sin embargo, el concepto “víctima de trata” no es estable ni coherente porque presenta un carácter socialmente construido, imaginado y negociado, que entra en tensión con las voces de las mujeres (Da Silva 2013Da Silva, A.P., T.G. Blanchette y A.R. Bento. 2013. "Cinderella deceived. Analyzing a Brazilian myth regarding trafficking in persons". Vibrant 10(2):377-419.: 386). El derecho internacional solo ofrece una salida a estas mujeres: el abandono del comercio sexual, la colaboración con las autoridades para detener a los explotadores y el retorno a sus países. Sin embargo, muchas de las mujeres migrantes prostituidas no desean ser rescatadas. Solo en los escenarios definidos como esclavitud sexual las mujeres eran permanentemente vigiladas, y recibían continuas palizas o amenazas. En los demás escenarios, la voluntad de las mujeres era doblegada con unos salarios relativamente elevados (Izcara Palacios y Andrade Rubio 2018Izcara Palacios, S. P. y K. L. Andrade Rubio. 2018. "Centroamericanas menores de edad prostituidas en California". Nóesis: Revista de Ciencias Sociales y Humanidades 27(53):77-97. https://doi.org/10.20983/noesis.2018.1.4.). Ellas podrían haber abandonado el comercio sexual, pero no lo hicieron hasta que fueron deportadas.

Cuando las entrevistadas fueron aprehendidas y deportadas, pero también liberadas de una situación que el derecho internacional define como trata, la mayor parte no experimentaron una liberación, sino uno de los sentimientos más angustiosos de sus vidas. Las mujeres migrantes renuncian a determinadas libertades (deben atender a clientes que detestan y generalmente se comprometen a no cambiar de patrón o empleo) y soportan escenarios de explotación (los horarios de trabajo son excesivamente prolongados y solo reciben una porción del dinero pagado por los clientes) para abrirse paso en países donde no son bienvenidas, ya que, al carecer de capital económico, cultural y social, consideran que el recurso personal más importante que poseen es su capital erótico. Este recurso tiene poco valor en sus países de origen, pero en Estados Unidos es muy apreciado. Por lo tanto, cuando son deportadas tratan de retornar al norte, con objeto de obtener el mayor rendimiento de un recurso efímero que se marchitará cuando dejen de ser jóvenes.

El capital erótico abre a las mujeres migrantes prostituidas una vía fugaz de ascenso social. La vida de estas mujeres es sórdida: tienen pocos días de descanso, soportan jornadas agotadoras y a clientes que aborrecen, y cuando salen a la calle temen ser detenidas y deportadas. Sin embardo, el consumo conspicuo, el acceso a objetos lujosos (joyas, moda y perfumes de las primeras marcas) o tratamientos estéticos, les permite emular el estilo de vida de la clase alta. Por otra parte, las cuantiosas remesas catapultan a sus familias a un ascenso social inmediato. Las remesas son empleadas en la educación de hijos y hermanos, en la construcción o remodelación de viviendas, en la compra de terrenos; pero sobre todo en un consumo ostentoso. Las familias derrochan las remesas en la adquisición de artículos lujosos (ropa y calzado de marca) o festejos (de cumpleaños, bodas, bautizos) con objeto de mostrar a sus vecinos que ascendieron en la escala social. Pero este ascenso social es efímero. El capital erótico no constituye un dispositivo de ascenso social continuado. Ni las entrevistadas ni sus familias tenían ahorros, de modo que, cuando las primeras fueron deportadas, tanto ellas como sus familias volvieron a retroceder en la escala social. Es por ello que, a los pocos meses de ser retornadas a sus países, iniciaron el periplo de vuelta al norte.

 

NOTAS Top

[1]

Red que transporta mujeres de modo subrepticio a otro país para ser empleadas en la prostitución (Izcara Palacios 2015bIzcara Palacios, S. P. 2015b. "Coyotaje and drugs: Two different businesses". Bulletin of Latin American Research 34(3):324-339. https://doi.org/10.1111/blar.12296.; 2017Izcara Palacios, S. P. 2017. "Prostitution and Migrant Smuggling Networks Operating between Central America, Mexico, and the United States". Latin American Perspectives 44(6):31-49. https://doi.org/10.1177/0094582X17699910.).

[2]

El derecho internacional hace uso del concepto de consentimiento para diferenciar la trata de la prostitución voluntaria. Sin embargo, este concepto aparece constreñido por el principio de la intrínseca inalienabilidad de la libertad personal, que niega que una persona pueda renunciar voluntariamente a su libertad. Todo consentimiento dado queda invalidado ante situaciones que coartan la libertad personal (Gallagher y Pearson 2010Gallagher, A. y E. Pearson. 2010. "The high cost of freedom: A legal and policy analysis of shelter detention for victims of trafficking". Human Rights Quarterly 32(1):73-114. https://doi.org/10.1353/hrq.0.0136.: 104). El Protocolo de Palermo no otorga capacidad para consentir ni a los menores de edad (artículo 3c) ni a aquellos que fueron captados, transportados, trasladados o recibidos mediante el fraude, la coacción, el abuso de una situación de vulnerabilidad, etc. (artículo 3b).

 

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SOBRE EL AUTORTop

SIMÓN PEDRO IZCARA PALACIOS es Profesor de Sociología en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, Unidad Académica Multidisciplinaria de Ciencias, Educación y Humanidades. Centro Universitario “Adolfo López Mateos”, México.