En este trabajo nos aproximamos al estudio del nacionalismo español (la naturaleza de la identificación con España) desde la perspectiva de los votantes de los partidos políticos de ámbito estatal. El objetivo principal es analizar cómo ha cambiado el perfil de sus bases electorales en función de lo que llamamos las huellas electorales del nacionalismo español. El análisis de cómo ha evolucionado en el tiempo el grado de heterogeneidad de esas huellas electorales, junto con las variaciones territoriales y otras diferencias en las actitudes socio-políticas, pueden ayudarnos a entender los posicionamientos de estos partidos y su tratamiento en la agenda electoral. Los datos utilizados proceden de dieciséis encuestas a población general realizadas por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) durante los últimos treinta años.
In this paper we approach the study of Spanish nationalism (the nature of the identification with Spain) from the perspective of voters of different state-wide political parties. Our goal is to analyse how the profile of constituencies of these parties has evolved according to what we call the electoral footprints of Spanish nationalism. The analysis of the degree of heterogeneity of this electoral footprint and its differences across autonomous communities over the last decades, along with other differences in socio-political attitudes among their constituents, can help us to understand party’s positioning on this issue and its treatment in the electoral agenda. The empirical analysis is based on sixteen several general population surveys conducted by the Centre for Sociological Research (CIS).
Desde el establecimiento de la democracia, y en contraste con las identidades nacionales de ámbito subestatal, la identidad española (y el nacionalismo español) no se ha configurado como un tema central de competencia electoral entre los partidos políticos de ámbito estatal (PAES)
La escasa atención prestada por los partidos políticos a la identidad española tendría su origen en la Transición así como en las dinámicas políticas (y de competencia electoral) que se generan a partir del diseño institucional del nuevo Estado democrático. Durante los debates constituyentes, las principales élites políticas, incluidos los nacionalistas conservadores, convinieron una posición común, de mínimos aceptables para todos, en lo referente a la estructura territorial del Estado (
El consenso se tradujo en una sintonización de los argumentos de los líderes de los principales PAES tanto en lo referente al proceso de descentralización como a la posibilidad de entender como compatibles los sentimientos de pertenencia a los distintos ámbitos territoriales. Como señala Muñoz (
A tenor de los datos sobre la extensión de las formas duales de la identificación con España, estos discursos, en una coyuntura crítica en la que aparecen vinculados a la conformación de la propia democracia y su estructuración territorial, habrían logrado (re)orientar las actitudes de amplios sectores de los ciudadanos españoles. Desde esta perspectiva, la identificación con España se habría modificado debido al cambio profundo en el contexto político (la democratización) así como por la experiencia de nuevas políticas de ámbito autonómico y los esfuerzos de las diversas élites por transmitir un discurso que, con variaciones, encontraría sus anclajes en los mencionados acuerdos constituyentes. Podemos considerar que un proceso similar pudo ocurrir respecto a la percepción del proceso de descentralización territorial. Como ha señalado Guibernau (
Tras la fase de aprendizaje político que supuso la Transición, los sentimientos de identificación con España se mantendrían estables (
En este sentido, los escasos esfuerzos entre los PAES por elaborar y promover discursos diferenciados sobre el significado de ser español o pertenecer a España pueden entenderse como producto de una previsión desfavorable de sus efectos electorales. Esto sería más así cuanto más parecidas fueran, en términos de identificación con España, sus bases electorales y, al mismo tiempo, cuanto más heterogéneas fuesen las actitudes dentro de cada una de esas bases electorales.
A partir de estas premisas, el propósito de este trabajo es describir la estructura de las identificaciones con España de las bases electorales de los principales PAES (lo que llamamos las huellas electorales del nacionalismo español). Tanto el análisis de cómo ha evolucionado en el tiempo el grado de heterogeneidad de esas huellas electorales como sus variaciones territoriales, pueden ayudarnos a entender los posicionamientos electorales respecto a la cuestión del nacionalismo español en estos partidos y su tratamiento en la agenda electoral. La relevancia de este acercamiento es aún mayor en un momento en el que los estudios indican un cambio en las actitudes relativas a la identificación con España y, especialmente, en las preferencias sobre el modelo de organización territorial del Estado. Los datos utilizados proceden de dieciséis encuestas realizadas a población general por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que nos permiten cubrir un periodo temporal superior a tres décadas, desde 1980 hasta la actualidad.
En el siguiente apartado, en un primer momento, describimos brevemente los posicionamientos de los PAES respecto a la identidad española y el modelo territorial del Estado. En un segundo momento, establecemos los puntos de partida que guían el análisis empírico que se presenta en las siguientes dos partes. En la primera, trazamos la evolución de las identificaciones con España, su relación con las preferencias sobre el modelo de organización territorial del Estado y las variaciones territoriales. En la segunda, abordamos el análisis de la huella electoral del nacionalismo español a partir de la comparación de las bases electorales de los PAES.
Si bien es cierto que los acuerdos constitucionales permitieron superar el escollo de los nacionalismos periféricos en el proceso de Transición, también lo es que no significaron el apaciguamiento de la divisoria política centro-periferia (
Respecto a los partidos nacionalistas, los PAES han tendido a ocupar una posición cercana entre sí, haciendo en distinta medida un uso estratégico del tema en función de las expectativas (o resultados) electorales. De hecho, los avances en el proceso de descentralización pueden entenderse como consecuencia de la capacidad negociadora de los partidos nacionalistas de ámbito no estatal según la configuración política del poder en distintos momentos, más que como iniciativas genuinas de los gobiernos del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) o del Partido Popular (PP) (
Por el contrario, la cuestión de la identidad española ha recibido mucha menos atención electoral, configurándose, si acaso, y en determinados momentos, como un
Como hemos señalado, en un contexto general de escasa atención a la cuestión de la identidad española, los PAES han tendido a enfatizar elementos presentes en el mencionado marco constitucional de tipo político o cívico (ciudadanía-solidaridad-bienestar) y económico (progreso-europeización) así como a reiterar el discurso del reconocimiento y compatibilidad de la diversidad cultural de los distintos territorios. Se trata de visiones que, como también hemos mencionado, buscaban integrar la diversidad de sentimientos de identificación territorial presentes en sus potenciales bases electorales, potenciando fidelidades inclusivas (
Por tanto, el proceso de convergencia discursiva entre los PAES habría estado marcado por una redefinición de elementos centrales que articulan los sentimientos de identificación con España. En el caso de las bases electorales del PP, en el proceso de configuración como fuerza política homogénea de la derecha, habría implicado un proceso de desaprendizaje o progresiva pérdida de peso relativo de identificaciones con España de tipo tradicionalistas y que sociológicamente aparecían fuertemente asociadas al conservadurismo y al catolicismo (Muñoz
Posiblemente, esta tendencia de convergencia de las actitudes en las bases electorales de los PAES junto con, como veremos, su diversidad interna, puede ayudar a explicar la escasa atención que esos partidos han prestado a la identidad española (Núñez Seixas 2001, citado en Muñoz,
No obstante, trabajos recientes han retomado el estudio del nacionalismo español, rechazando la tesis de la inexistencia (
En nuestro trabajo exploramos sí tanto esos procesos de convergencia (y posterior divergencia) como esas diferencias cualitativas en los discursos de los PAES, tienen su correlato en las actitudes de sus bases electorales. A través del análisis, descriptivo y longitudinal, de la orientación del voto en función de la naturaleza de la identificación con España, intentamos aportar elementos que permitan comprender cómo ha evolucionado la configuración del nacionalismo español como campo de competencia electoral en el trascurso de las tres últimas décadas.
Para analizar los sentimientos nacionalistas nos centramos en la escala bipolar de identificación territorial diseñada por Juan Linz. Esta decisión se sustenta, en primer lugar, porque, pese a no medir la intensidad de los sentimientos nacionalistas, plantea la comparación entre dos espacios territoriales (España y la Comunidad Autónoma de residencia), cuestión clave en casos como el nuestro, donde cabe esperar identificaciones exclusivas, pero también compuestas o duales. En segundo lugar, porque la utilización reiterada de esta escala en los estudios del CIS permite abarcar un amplio espacio temporal; en concreto, en este trabajo hemos consultado los resultados de dieciséis estudios realizados entre 1980 y 2013.
El formato de la pregunta que utilizamos se mantiene relativamente estable desde mediados de la década de los noventa
En línea con los argumentos planteados, el análisis que presentamos a continuación se inicia trazando la evolución de las identificaciones con España para ofrecer, a continuación, un análisis descriptivo detallado en torno a las siguientes hipótesis-guía:
• Hipótesis 1. El proceso de dualización de la identificación territorial está asociado a la extensión y experiencia del Estado autonómico. Esperamos congruencia entre los sentimientos de identificación con España y las preferencias sobre el modelo territorial de organización del Estado así como sintonía en las variaciones temporales.
• Hipótesis 2: Esta tendencia general se expresará de manera diversa en las diferentes CCAA según sus especificidades culturales y dinámicas políticas.
Tras explorar estas cuestiones, procedemos a caracterizar las bases electorales de los PAES en función de sus sentimientos de identificación territorial y las preferencias por posibles formas de organización territorial del Estado. En línea con algunos de los argumentos esbozados anteriormente, aquí nuestro análisis está orientado por la siguiente hipótesis-guía:
• Hipótesis 3: Desde posiciones iniciales diferentes, esperamos un proceso (rápido) de convergencia de las bases electorales de los PAES en cuanto a sus sentimientos de identificación territorial (con variaciones según el contexto autonómico) así como un cambio a finales de la década pasada hacia la diferenciación.
En la medida en que, en cuanto a sus sentimientos hacia España, las bases de estos partidos se han hecho internamente más heterogéneas y más similares a las de sus competidores, la lógica electoral conducirá a los partidos a reducir la relevancia de estas cuestiones y a no buscar la diferenciación, reforzando en definitiva el statu quo. Por el contrario, los partidos tendrán más incentivos para diferenciarse electoralmente cuando perciban menor diversidad entre sus votantes potenciales en comparación con los votantes de otros partidos de ámbito estatal. Este planteamiento comparte el análisis de Manin (
El análisis del sentimiento nacionalista, a partir de la identificación territorial con España, refleja un claro proceso de consolidación entre la población española de una identidad dual
La identificación dual se extiende en detrimento del resto de adscripciones territoriales, siendo las opciones bajo la etiqueta de “más españolistas” (sentirse español de manera exclusiva o preferente) el segundo grupo más frecuente durante todo el periodo considerado. Entre los sectores “más autonomistas” las identidades que también contemplan cierto grado de identificación con España son más frecuentes que las identificaciones con la comunidad autónoma exclusivamente. Dentro de los más españolistas, en cambio, encontramos mayor polarización, i.e., son más frecuentes las identificaciones exclusivas y parecen, además, experimentar un repunte al final del periodo estudiado: hasta valores del 16%, de los más altos registrados desde 1996 (inicio de la serie con cinco categorías de respuesta).
Como puede apreciarse (
Exploramos esta hipótesis a partir de un ítem sobre las preferencias por distintos modelos de organización territorial del Estado que el CIS utiliza con cierta regularidad desde 1984 (
Hasta hace bien poco, el modelo vigente (que ha evolucionado hacia niveles de mayor autonomía) ha sido considerado como preferible por un porcentaje mayoritario y creciente: pasando del 31% en 1984 (inicio de la serie) a porcentajes superiores al 50% durante casi toda década pasada. Durante los ochenta se reduce a la mitad el porcentaje de los que no tenía opinión (de un 20% en 1985 a valores en torno al 10% en los años posteriores). Al tiempo, se dibuja una tendencia de suave caída en la proporción de los que preferían un modelo con mayor descentralización.
En el último lustro se produce una inflexión importante, que se traduce, por un lado, en un descenso del porcentaje de aquellos que suscriben el modelo autonómico vigente (en más de 20 puntos porcentuales) y, por otro lado, en una menor adhesión a las propuestas de mayor descentralización y un aumento de las posiciones a favor de la recentralización. En 2012, la serie se modifica con la introducción de la nueva categoría de respuesta “Un estado en el que las CCAA tengan menor autonomía”, como opción intermedia entre la preferencia por el statu quo y el Estado central sin autonomías. Con esta modificación las opciones de respuesta quedan equilibradas (mejorando la calidad de la pregunta), pero se introduce una discontinuidad en la serie que debemos tener en cuenta en la valoración de los resultados, ya que resulta posible que esta nueva opción haya venido a expresar una tendencia previa de apoyo a un estado de las autonomías con menos competencias y que previamente habría tendido a decantarse por la opción del statu quo.
La perspectiva temporal sugiere que, tanto la extensión de la identidad española dual como el apoyo creciente al modelo autonómico vigente, están asociados (
Más nítido es el viraje en la tendencia de apoyo al modelo autonómico entre los que expresan identidades más autonomistas y, con más intensidad, entre los más españolistas. Entre estos últimos, el modelo vigente, que pasó de ser la opción señalada como preferida por un 48% en 1996 al 58% en 2008, obtiene el respaldo del 41% en 2011 y sólo del 22% en 2013. En el extremo opuesto, los más españolistas que ahora optan por un Estado sin autonomías (63%) duplican a los que se manifestaban en este sentido en 1996. Por su parte, entre los más autonomistas, la tendencia se produce en la dirección opuesta, hacia preferencias de mayor autonomía de las CCAA e incluso hacia la posibilidad de un Estado independiente. En parte, porque baja su apoyo al Estado autonómico vigente, en parte porque aumenta de manera notable durante los últimos años el apoyo a un modelo que reconociera la posibilidad de la independencia: de un 27% en 1996 y un 23% en 2008 a valores inusitados del 36% en 2013, convirtiéndose ese año en la opción más frecuente dentro este grupo.
En resumen, aunque en distinta proporción según la naturaleza de la identificación con España, la tendencia durante buena parte de las dos décadas pasadas es de creciente acuerdo con el modelo autonómico vigente: la mayoría de duales, pero también de los más españolistas e incluso de los más autonomistas, se mostraban, cada vez en mayor número, de acuerdo con el resultado de la descentralización. Sin embargo, los datos de 2011 y, especialmente, de 2013 sugieren, sin embargo, una inflexión donde la pérdida de apoyo al modelo actual parece traducirse en un apoyo a una recentralización entre los que expresan una identidad dual y, de manera más clara, entre los que expresan una identidad más españolista. Por su parte, entre los que tienden a identificarse más con sus CCAA se refuerzan las preferencias hacia modelos con mayores cotas de descentralización política.
Tal como esperábamos, estos resultados sugieren la congruencia entre los senti-mientos de identificación con España y las preferencias sobre el modelo territorial de organización del Estado. Así, la extensión de la identidad dual desde la década de los ochenta coincide con un apoyo creciente al proceso de construcción autonómica, en lo que podemos pensar como un proceso de refuerzo mutuo. Sin embargo, también sugieren que las preferencias hacia el modelo territorial dependen en mayor medida de la experiencia de los ciudadanos en su interacción cotidiana con las administraciones y, especialmente, de los discursos de las élites políticas. De momento, la tendencia global que apunta hacia un claro proceso de polarización respecto a las preferencias sobre el modelo de Estado en función de las identificaciones territoriales, no parece estar afectando, al menos con la misma intensidad, a estas identificaciones y al predominio de sentimientos de pertenencia duales.
Cualquier cartografía de las identificaciones con España dibujará un mapa lleno de variaciones y matices territoriales. Encontramos CCAA como Madrid, donde un 30-35% de los residentes viene mostrando una identidad española exclusiva, frente a un escaso 10% en comunidades como Cataluña, Andalucía o Extremadura. En estas dos últimas, las identificaciones duales llegan a aglutinar, en determinados momentos, a dos tercios de sus residentes (incluso algo más en el caso de Extremadura) frente a porcentajes más cercanos al 40% en Cataluña o el País Vasco.
El estudio de las especificidades territoriales de la identificación con España ha tendido a centrarse en casos concretos como el catalán o el vasco, en congruencia con el mayor interés por los nacionalismos periféricos (las identidades autonomistas exclusivas), o ha diferenciado dos tipos de comunidades según la presencia o no de PANES (debido a su relevancia en las dinámicas políticas vinculadas a la divisoria centro-periferia). Aquí hemos optado por considerar todas las CCAA agrupándolas de acuerdo con los rasgos de la estructura de los sentimientos de identificación territorial de sus residentes. Nuestra clasificación se basa en un análisis de residuos tipificados corregidos (AR de Haberman) en las mediciones de la variable de identificación en seis momentos, lo que permite comprobar diferencias significativas (con un nivel de confianza del 95%) en la distribución entre categorías.
De acuerdo con los resultados obtenidos hemos establecido tres grupos. En el grupo de “comunidades autónomas más autonomistas” (CAMAS) quedan integradas País Vasco, Navarra, Cataluña, Galicia y Canarias. Por supuesto, existen variaciones entre ellas. Debemos considerar el distinto peso de los que manifiestan una identidad exclusiva o de los que expresan una identidad dual asimétrica (dualismo escorado hacia autonomismo), tendiendo estos últimos a conformar un colectivo relativamente amplio en Canarias, Navarra o Galicia.
Esta agrupación coincide con el grupo de CCAA que habitualmente se distingue en la literatura de comportamiento político electoral por la presencia de PANES. Sin embargo, frente a la consideración que suele hacerse del resto de comunidades en un solo grupo, el procedimiento de clasificación utilizado divide al resto en dos tipos diferentes. En concreto, hemos establecido un segundo grupo con aquellas comunidades donde las distribuciones de los valores sugieren presencia más frecuente de identificaciones con España de naturaleza exclusiva o duales asimétricas, con menor peso de la identificación con la comunidad de residencia. Dentro de este segundo grupo, que denominamos CAMES (“comunidades autónomas más españolistas”), quedan englobadas las dos Castillas, Madrid y Valencia
El tercer grupo, etiquetado como CADUALS (“comunidades más duales”), tiene como elemento común y diferenciador del resto una frecuencia significativamente mayor de residentes que se definen como duales (Andalucía, Aragón, Asturias, Baleares, Cantabria, Extremadura, La Rioja y Murcia). Dentro también existen variaciones; quizás las más destacables sean las tendencias hacia posiciones más españolistas en el caso de Murcia (que tiende hacia un perfil cercano al de Valencia) y tendencias autonomistas, con cierta discontinuidad, en La Rioja o Asturias.
Desde esta perspectiva, los valores relativos a las identificaciones con España y su evolución en el tiempo, representados en los siguientes gráficos, revelan no solo las esperadas diferencias en las identificaciones sino patrones distintos en su evolución durante estas tres décadas.
La imagen de las tendencias obtenida para el conjunto de España (
Como puede verse en el
En síntesis, los datos sugieren un aumento del desacuerdo con el statu quo, en una tendencia hacia posiciones a favor de la revisión del modelo autonómico o, al menos, de no seguir profundizando en el mismo. Sin embargo, ni la estructura de las preferencias es la misma, ni las alternativas a que apuntan los valores en los últimos sondeos se expresan de manera igual en las distintas CCAA. La tendencia revisionista se ha extendido en las CADUALS, y de manera particularmente visible en las CAMES, mientras que en las CAMAS la opción que pierde adhesiones es la de seguir profundizando en el modelo autonómico a favor de un modelo que reconozca la independencia. Al mismo tiempo, en estas últimas también comprobamos un proceso de polarización interna (ya existente en el País Vasco y al que ahora se suma Cataluña).
Para visualizar mejor esta tendencia, presentamos los siguientes dos gráficos, uno para el año 1996 y otro para el 2011 (gráficos
Si observamos la disposición de las CCAA en 1996, comprobamos la existencia de una relación positiva entre ambas actitudes, es decir, cuanto mayores son los valores medios en la escala territorial (presencia importante de identificaciones exclusivas de ámbito autonómico) mayores suelen ser los valores en la escala sobre el modelo territorial (preferencias por opciones descentralizadoras). Las CAMAS se concentran en la zona del cuadrante derecho superior. El País Vasco aparece claramente ubicado como un caso extremo, como el único donde los valores promedio indican la confluencia de un peso importante de identificaciones territoriales más autonomistas junto a preferencias por modelos más descentralizados. Próximas al eje de ordenadas, junto al valor promedio para el conjunto de la muestra, aparecen los valores de las CADUALS, mientras que las CAMES tienden a ubicarse en el cuadrante izquierdo (sentimientos de identificación territorial más españolista). No obstante, la mayoría de comunidades se sitúan por encima o muy cerca del eje abscisas, indicando una posición media de acuerdo con el statu quo.
Quince años más tarde, en 2011, este mapa autonómico se ha modificado de m anera sustantiva. Por un lado, se observa un movimiento generalizado hacia abajo y hacia el centro, es decir, el valor promedio en la escala sobre modelos alternativos de organización territorial de acuerdo con su grado de descentralización baja, al mismo tiempo que los sentimientos de identificación territorial parecen confluir en torno al valor de referencia –eje horizontal- (situado en el valor 3 o de identificación dual). El contorno en forma de elipse que dibujaban los marcadores en 1996 se ha hecho más circular y pequeño (i.e., los casos tienden a concentrarse en posiciones similares). Las CCAA en las que esta tendencia se aprecia con mayor claridad son Galicia o Canarias. Por otro lado, Cataluña y País Vasco tienden a confluir hacia una posición intermedia respecto a la que tenían en 1996.
Por tanto, el análisis subraya importantes variaciones entre los tres tipos de CCAA. Tras la Transición, los PAES se habrían encontrado con la necesidad de modular sus discursos atendiendo a esta diversidad territorial en la composición de las identificaciones con España. A priori, un discurso no inclusivo, que fuera más allá de destacar la compatibilidad de adscripciones territoriales, sintonizaría con determinados ciudadanos al tiempo que desconectaría con otros.
Los siguientes tres gráficos (
En términos temporales, los resultados sugieren igualmente la existencia de un proceso de confluencia de los votantes de los tres partidos durante las décadas de los ochenta y noventa, invirtiéndose la tendencia en el último quinquenio (en sintonía con la evolución para el conjunto de la población española).
En su conjunto, las líneas dibujan un escenario en el que, con matices, los PAES coinciden en recibir apoyos electorales heterogéneos en términos de identificación con España. Esta diversidad, y las tendencias convergentes en sus huellas electorales, explicarían la habitual ausencia de estrategias de movilización electoral que persigan bascular sus posiciones hacia los polos. Esta composición habría sido un factor condicionante de cualquier posicionamiento que fuera más allá de reforzar el carácter dual de la identidad española y, en definitiva, podría, en parte, explicar su escasa relevancia electoral.
Para explorar mejor esta interpretación hemos caracterizado a los votantes de distintos partidos políticos en función de dos escalas creadas a partir de cuatro preguntas presentes en el estudio del CIS 2667 de 2006, que permiten ubicar a los encuestados según la intensidad de sus identificaciones con España en oposición a las que mantienen con sus espacios autonómicos de referencia. La primera medida, que hemos denominado “escala diferencial de identificaciones territoriales”, mide las diferencias entre el grado de apego a España y a la comunidad autónoma de residencia. Por su parte, la segunda medida, denominada “escala diferencial de sentimientos nacionalistas”, mide las diferencias entre la intensidad de los sentimientos españolista y regionalista/nacionalista. La primera escala compara dos sentimientos más fácilmente compatibles y que recoge una adscripción de naturaleza más cultural frente al componente más ideologizado de los sentimientos españolistas o autonomistas, y tendentes, por tanto, a ser mutuamente excluyentes
Como refleja el
En términos espaciales cabe pensar que, en cuanto a los sentimientos de identificación territorial, las bases electorales de los tres partidos han tendido a situarse en espacios cercanos (a no diferenciarse entre ellas), en claro contraste con los votantes de PANES. Estos resultados sugieren que, al menos en 2006, los votantes de IU se sitúan en valores promedio más cercanos a los votantes del PP que a los votantes de partidos nacionalistas de izquierdas como el BNG o Esquerra Republicana. El hecho de que los sentimientos de identificación territorial no aparezcan como especialmente determinantes a la hora de optar por un partido u otro es un indicador de su irrelevancia electoral. Podemos pensar que, dada la estructura de las identificaciones con España de sus votantes, los principales partidos han pensado que distanciarse del discurso centrado en la posibilidad de una identidad española dual o incluso enfatizarlo no les reportarían ganancias electorales. En este sentido, hasta recientemente y como se ha mencionado anteriormente, la cuestión de la identidad española se ha configurado para estos partidos si acaso más como un
Si bien la estructura de las identificaciones con España, con los matices señalados, es parecida (y la asociación entre identidad territorial e ideología se ha debilitado), no parece que ocurra lo mismo respecto a las preferencias por el modelo territorial, y esto de manera especialmente notoria en los últimos años. Ya hemos señalado que la cuestión territorial se ha mantenido como una cuestión relevante en la agenda, en parte por la presión de los PANES (y las dinámicas de competencia entre CCAA), pero también por la estrategia movilizadora del Partido Popular, para quien, sin necesidad de abandonar el discurso a favor del statu quo (el apoyo al modelo autonómico), la dialéctica con las demandas descentralizadoras de los nacionalistas resultaba una estrategia ganadora (
El
Las posiciones que ocupan los distintos grupos de votantes, una vez ordenados en función de los valores medios en la escala de preferencias sobre el modelo territorial, reflejan de nuevo la heterogeneidad interna de los electores de los tres partidos a este respecto. Pero también se hacen evidentes las inclinaciones centralistas en los votantes del PP así como las autonomistas en los de IU. En el primer caso, los promedios sitúan cercanos a un modelo totalmente centralizado no sólo a los votantes más españolistas del PP sino que sus electores duales se asemejan en sus preferencias a los españolistas de los demás partidos. Incluso aquellos (pocos) votantes del PP que tienden a identificarse más con su comunidad autónoma piensan en promedio en un modelo de organización territorial como el que tenemos. En el otro extremo, los duales de IU, tienden hacia modelos de profundización autonómica, como los autonomistas socialistas, mientras que los autonomistas de IU muestran preferencias promedio claramente a favor de un desarrollo maximalista del modelo autonómico actual.
Desde la perspectiva temporal, el gráfico muestra una tendencia general de reducción en los valores medios: que se sitúa por debajo del 2 (modelo vigente), indicando un aumento de las preferencias recentralizadoras. Esta tendencia se manifiesta en la práctica totalidad de los grupos de votantes analizados, independientemente de sus sentimientos de identificación territorial, con la excepción de los votantes socialistas con identidades más autonomistas. Desde la perspectiva de los distintos partidos, la tendencia se ha traducido en un acercamiento de las posiciones entre los grupos de votantes conservadores, mientras que los votantes del PSOE fundamentalmente mantienen mayor diversidad en sus preferencias. Una vez más, los resultados permiten pensar que la mayor heterogeneidad entre los votantes socialistas, tanto en los sentimientos de pertenencia a España como en la percepción de la descentralización, puede dificultar un posicionamiento unívoco de sus élites en torno a esta cuestión (
La composición en términos de identificación territorial de las bases electorales de los tres partidos, así como su evolución en el tiempo, varían según el tipo de contexto autonómico en el que nos situemos; y, en general, muestran un mapa más complejo donde se vuelven a matizar las semejanzas que se aprecian en términos agregados. Si atendemos a la ubicación territorial de los votantes del PP comprobamos que, con oscilaciones, pero en una tendencia relativamente estable en el tiempo, dos de cada cinco de sus electores residen en CAMES (comunidades más españolistas), otros dos en CADUALS (más duales) y sólo uno de cada cinco de CAMAS (más autonomistas). Por el contrario, la distribución territorial de los votantes de los partidos de izquierdas es más equilibrada, especialmente en el caso de IU donde sus apoyos están presentes a partes iguales en los tres tipos de CCAA.
En el caso de las bases electorales del PP hemos visto (
En el caso de PSOE, el incremento del peso relativo de duales se produce en detrimento tanto de las identidades más españolistas como de las más autonomistas: que en la década de los noventa se redujeron 10 y 14 puntos porcentuales respectivamente en el global del voto socialista. El descenso de los más españolistas entre sus votantes es generalizado en todas las CCAA, siendo quizás más acusado en las CAMES, donde pasa de suponer el 18% de su voto en 1979 al 11% en 2011. Los duales socialistas suponen aproximadamente el 70% de su voto en CADUALS y el 80% en CAMAS. En estas últimas, el voto autonomista se reduce 6 puntos porcentuales del voto total (y de suponer el 35% a menos del 20% de su voto en estas CCAA). En general, el descenso de la presencia de estas identidades (unos 13 puntos) entre sus votantes en ambos tipos de comunidades no se ha visto compensado por el incremento de duales (que aumenta unos 6 puntos). Aunque con mayores oscilaciones, la tendencia entre los votantes de IU ha sido similar a la experimentada por el PSOE.
Para seguir ahondando en esta cuestión, los siguientes gráficos (
La distribución de los puntos que representan distintos tipos de votantes (según partido y tipo de comunidad autónoma de residencia) en el espacio bidimensional establecido por las escala ideología y preferencias centralización-descentralización, sitúa a los votantes claramente diferenciados en función de la ideología: a la derecha (todos cercanos al valor 6,5) se sitúan todos los tipos de votantes del PP, independientemente de su comunidad de residencia o de su identificación con España, y a la izquierda (concentrados en los valores 4 y 3) los votantes del PSOE e IU. Como hemos señalado anteriormente, a mediados de los noventa las bases electorales de los partidos tienden a diferenciarse más en términos ideológicos que en términos de preferencias por distintos modelos de organización territorial. En cuanto a las preferencias sobre el modelo territorial, el gráfico señala la diversidad de posiciones para los votantes de cada partido. Pero también que esta diversidad, especialmente si tenemos en cuenta la distribución de los votantes en distintos tipos de CCAA, es mucho más amplia entre los partidos de izquierda, y que se refleja en la mayor dispersión de los puntos en el lado izquierdo del gráfico.
La comparación entre ambos momentos sugiere un desplazamiento generalizado hacia abajo aumentando los grupos de votantes por debajo del eje de abscisas, es decir, hacia preferencias recentralizadoras. En 2011, a los votantes del PP y del PSOE que ya en 1996 mostraban preferencias recentralizadoras (sobre todo los más españolistas) se les unen los españolistas de IU y casi todos los votantes del PP excepto los más autonomistas. Igualmente, entre los votantes de UPyD sólo el grupo (minoritario) de autonomistas se ubica en el cuadrante superior del gráfico. Además, el espacio ideológico que quedaba en los años noventa entre la derecha y la izquierda aparece ahora ocupado por este partido: claramente ubicado ideológicamente entre el PP y el PSOE y con casi todos sus votantes a favor de una mayor centralización, excepto en el caso de ese minoritario grupo de los más autonomistas.
La ubicación actitudinal de los distintos votantes presenta un electorado conservador que, no solo tiende a hacerse más centralista que los votantes de izquierda sino que, aparece mucho más homogéneo en su visión del modelo territorial. Como hemos señalado, la distinta ubicación territorial de las bases de los tres partidos (su huella electoral) puede ayudarnos a explicar esta mayor homogeneidad. Especialmente relevante resulta el menor peso en sus bases de votantes de CAMAS así como el predominio entre éstos de identificaciones más españolistas. De esta manera, un discurso anti-descentralización, y una mayor centralidad electoral del debate territorial, es congruente con las actitudes del grueso de votantes en las CCAA con mayor presencia de PANES.
En este trabajo hemos descrito el proceso de extensión de la identidad dual española como expresión del nacionalismo español durante el periodo democrático. Hemos argumentado que este proceso aparece asociado a un apoyo creciente a la descentralización autonómica. No obstante, los datos también sugieren que las preferencias sobre el modelo territorial expresan una actitud más susceptible de ser revisada en función de la coyuntura política y los discursos de las élites políticas. Así, hemos comprobado como el apoyo al modelo autonómico vigente llega a ser mayoritario incluso entre sectores sociales con identificaciones duales asimétricas (más españolistas o más autonomistas), apoyos que, con el cambio de tendencia reciente, se reducen en todos los grupos incluidos los que manifiestan identidades duales. En este sentido, el análisis sugiere que la reciente polarización en torno a la cuestión territorial no supone, de momento, un cambio de la misma intensidad en los sentimientos de identificación con España o un retroceso de la identidad española dual.
Por tanto, si, en un primer momento, los partidos de ámbito estatal pudieron influir en las preferencias y actitudes de los votantes en esta materia, una vez que se conforman en actitudes estables, sus estrategias se limitarían a intentar centrar los debates en aquellas cuestiones (divisorias) que permitieran maximizar su voto. De manera que los escasos esfuerzos entre estos partidos por elaborar y promover discursos diferenciados sobre el significado de ser español o pertenecer a España pueden entenderse, en parte, como producto de una previsión desfavorable de sus efectos electorales. Esto sería más así cuanto más parecidas fueran, en términos de identificación con España, sus bases electorales y, al mismo tiempo, cuanto más heterogéneas fuesen las actitudes de cada una de ellas.
Nuestro análisis de las huellas electorales del nacionalismo español señala, junto al predominio de identidades duales, un alto grado de heterogeneidad interna entre los electores de los tres principales partidos de ámbito estatal. Sin embargo, pese a estas similitudes, más evidentes si se contrastan con los votantes de partidos nacionalistas de ámbito no estatal, los datos también indican, por un lado, las tendencias hacia identificaciones más españolistas en el caso de los votantes del PP y más autonomistas en el caso de IU (aunque las exclusivas aquí son minoritarias). Por otro lado, también evidencian las inclinaciones centralistas entre los votantes del PP y las más descentralizadoras entre los votantes de IU. Además, atendiendo a los cambios en el tiempo y dentro de una tendencia general hacia estas posiciones, los votantes de los partidos de izquierdas mantienen un mayor grado de heterogeneidad, mientras que el electorado conservador no solo tiende a hacerse más centralista sino que manifiesta preferencias más homogéneas.
En cuanto al cambio de tendencia reciente, el análisis revela que los resultados agregados para el conjunto de España solo se mantienen en las comunidades con un claro predominio de la identidad española dual, mientras que en los otros tipos sí se observa un retroceso en las adscripciones duales. Estas matizaciones también aparecen cuando se consideran las preferencias sobre el modelo territorial. Las posiciones a favor de una mayor centralización se han extendido especialmente en las comunidades más españolistas, distanciándose más de las opiniones en las comunidades más autonomistas. No obstante, esta polarización también se reproduce entre los ciudadanos de éstas últimas porque aquí el avance de las opiniones centralistas coincide con una radicalización de las posiciones a favor de mayor descentralización.
En línea con la argumentación anterior, las variaciones territoriales en la forma de identificarse con España habrían condicionado también las estrategias de los partidos de ámbito estatal en esta cuestión. Especialmente relevante resulta el hecho de que la mayoría de los votantes del PP procedentes de comunidades más autonomistas sean mayoritariamente españolistas (muy evidente en el caso de Cataluña). De esta manera, un discurso anti-descentralización, y una mayor relevancia electoral del debate territorial, supone una estrategia que permite, cada vez más, maximizar las expectativas electorales del partido conservador. En cambio, la mayor heterogeneidad en las actitudes de los votantes de izquierdas y su origen territorial más variado, plantea dificultades a partidos como el PSOE cuando la cuestión territorial centra el debate.
Podemos pensar, a modo de hipótesis para futuros trabajos, que el contexto de crisis económica ha supuesto una oportunidad para maximizar el rendimiento de estas estrategias (tanto del PP como de partidos nacionalistas de ámbito no estatal). Sin embargo, en parte como consecuencia de su éxito, el debate se encamina, como nunca antes, hacia planteamientos que conllevarían una revisión del consenso constitucional en esta materia y, potencialmente, un claro distanciamiento entre los partidos de ámbito estatal. Esta coyuntura (quizás una nueva coyuntura crítica) configura una dinámica política en la que aumenta la probabilidad de que se produzcan reorientaciones en las actitudes de los ciudadanos. Los datos indican que ya están ocurriendo, de manera clara, en relación con el modelo territorial y, en menor medida, con el sentimiento de identificación territorial con España. La identidad española dual se mantiene dominante en los distintos tipos de comunidades, aunque retrocede en las más españolistas y en las más autonomistas. Queda pendiente saber si el debate sobre la cuestión territorial se desplazará al campo identitario, dando lugar a discursos diferenciados sobre el significado de ser español o pertenecer a España. Y, si este es el caso, si estos debates favorecerán la construcción de una identidad española dual (inclusiva), que posibilite la coexistencia de los diversos sentimientos de pertenencia territorial (y nacionalidades) o, por el contrario, propiciarán la extensión de una identidad española exclusiva, en un proceso de polarización identitaria como el que está configurándose en torno a la cuestión territorial.
Este artículo está asociado al proyecto “Nacionalismo español: discursos y praxis desde la izquierda, 1982-2008”, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación (Ref. CSO2008-1182 CPOL) http://www.upo.es/proyectos/nacionalismo_esp/index.jsp/. Agradecemos las aportaciones de Antonia Ruiz Jiménez, Óscar Molina Molina y los evaluadores anónimos de esta revista. Además, este trabajo recibió uno de los cinco galardones a los mejores artículos presentados en el VI Congreso Andaluz de Sociología, que tuvo lugar en la Universidad de Cádiz del 29 de noviembre al 1 de diciembre de 2012.
Optamos por esta denominación por su extensión en la literatura, junto con su categoría complementaria de “partidos de ámbito no estatal” (PANES), y por la confusión sobre su referente a la que pueden inducir denominaciones alternativas tales como partidos nacionales o partidos españoles.
Núñez (
El debate sobre la devolución de competencias ha estado marcado por las restricciones presupuestarias impuestas a las CCAA y el debate sobre la búsqueda de eficiencia administrativa.
El listado de estudios, la forma en la que se construye el ítem, así como una tabla con los resultados en forma de distribuciones porcentuales, puede encontrarse en Jiménez y Navarro (
La extensión de la identidad dual o “nacionalidad compartida” viene siendo registrada desde la década de los noventa (entre otros,
El caso de la Comunidad valenciana puede resultar paradójico puesto que suele ser considerada como ejemplo de dualismo y por la presencia de elementos culturales (lengua) que imprimen un componente diferenciador a su cultura. Sin embargo, en nuestro análisis de residuos sólo en un momento (1989) el porcentaje de duales resultó significativamente superior en términos comparados.
Las dos escalas están correlacionadas entre sí (coeficiente
La ubicación de los votantes de Coalición Canaria en el cuadrante superior izquierdo sugiere posiciones políticas que se fundamentan en el apego territorial (la especificidad insular) más que en el predominio de un sentimiento regionalista sobre el españolista.