Las políticas de activación laboral y el paradigma de la inversión social han promovido el debate acerca de la evolución de los estados de bienestar hacia una mayor condicionalidad de la política social. Este estudio explora el papel de los criterios de merecimiento y sus interacciones con el autointerés y la ideología para entender cómo las personas desarrollan actitudes específicas hacia la condicionalidad de la política social. Las conclusiones se extraen a través del análisis de la literatura y de una encuesta de opinión pública en Cataluña que presenta una oportunidad única para desarrollar una estrategia empírica fundamentada en la distinción teórica entre criterios de merecimiento y condicionalidad de la política social. El análisis evidencia el poder explicativo de los criterios de merecimiento y cómo estos interfieren con el autointerés y la ideología. Los hallazgos son específicamente relevantes para la comunicación política.
Active labour market policies and social investment paradigm have promoted debates on the evolution of welfare states towards a greater social policy conditionality. This study explores the role of deservingness criteria and their interaction with self-interest and ideology to understand how people develop specific attitudes towards social policy conditionality. Conclusions are drawn through the analysis of existing literature and a public opinion survey from Catalonia that brings a unique opportunity to build an empirical strategy based on the theoretical distinction between deservingness criteria and social policy conditionality. The analysis demonstrates the explanatory power of deservingness criteria and how these interfere with self-interest and ideology. Findings are especially relevant for political communication.
Este artículo se inserta en la línea de investigación sobre actitudes hacia el estado de bienestar (en adelante, EB). A raíz del trabajo iniciado por Esping-Andersen (
En este contexto, el artículo se pregunta acerca de la centralidad de los criterios de merecimiento en la explicación de las actitudes hacia la condicionalidad de la política social, de manera que persigue dos grandes objetivos generales:
Fundamentar teóricamente los criterios de merecimiento y demostrar su impacto en la configuración de actitudes hacia el EB.
Defender la relevancia actual de estudiar específicamente las actitudes hacia la condicionalidad de la política social (hacia las condiciones legales para ser beneficiario de una prestación social) en el contexto del giro hacia las políticas de activación laboral e inversión social (González Begega y Del Pino
Para dar respuesta a los objetivos generales se marcan cuatro objetivos específicos:
Elaborar un esquema de los criterios de merecimiento originales más sintético, considerando bajo la misma categoría todos los que se basan en una valoración de la conducta.
Defender la necesidad teórica y metodológica de distinguir entre merecimiento y condicionalidad como dos dimensiones analíticamente separadas.
Contrastar la importancia explicativa de los criterios de merecimiento en relación con las actitudes hacia la condicionalidad de la política social.
Explorar cómo se relacionan los criterios de merecimiento con el autointerés y la ideología.
Se empieza describiendo qué es la condicionalidad de la política social desde el enfoque analítico de Clasen y Clegg (
Esta distinción implica una estrategia empírica novedosa para profundizar en el campo del merecimiento, contribuyendo a paliar la falta de datos y estudios que destacan van Oorschot y Roosma (
Los resultados muestran el acierto de diferenciar los criterios de merecimiento de la condicionalidad de la política social, confirman el poder explicativo de los primeros y contribuyen a entender mejor la interacción entre las distintas dimensiones explicativas. La consideración de un marco teórico más amplio con centralidad de los criterios de merecimiento, además, ofrece claves para pensar sobre el diseño de la política social y la comunicación política.
La condicionalidad de la política social como objeto de estudio ha ganado interés desde la presentación del enfoque de las condicionalidades de Clasen y Clegg (
Para estudiar estos cambios, identifican una tipología de tres condiciones de las políticas sociales: categoría, circunstancia y conducta. Las condiciones de categoría se refieren a la pertenencia de un individuo a una categoría de apoyo legalmente definida. Por ejemplo, las condiciones para ser considerado jubilado, desempleado o ciudadano nacional. Las categorías pueden ser redefinidas con parámetros más amplios o más estrechos (por ejemplo, retrasando o adelantando la edad de jubilación). En segundo lugar, aparecen las condiciones de circunstancia, que se refieren al nivel de protección al que tiene acceso el individuo según sus contribuciones pasadas o su situación económica. En último lugar, aparecen las condiciones de conducta, referidas a las obligaciones de los individuos para mantener su condición de beneficiarios.
El enfoque toma especial relevancia en el contexto del debate acerca de si en Europa se está produciendo un giro hacia las políticas de activación laboral e inversión social por parte de los EB. Como apunta Bonoli (
Para explicar las actitudes hacia la condicionalidad, el punto de partida de esta investigación son las dos grandes dimensiones explicativas ofrecidas por la literatura: el autointerés, que identifica el modelo antropológico del
Considerando el autointerés, la literatura destaca el distinto interés que desarrollan los individuos según su posición estructural. El autointerés procede del cálculo racional de las posibilidades de ser beneficiario de uno o varios programas de los programas del EB (de la utilidad esperada). A modo ilustrativo, habitualmente se destacan como factores relevantes la edad, el sexo, el nivel de estudios o de ingresos y constructos como el estatus o la clase social. Desde la mirada del
Por otro lado, la investigación ha mostrado que, si la ideología de un individuo coincide con los valores políticos que inspiran el EB o uno de sus programas, entonces mostrará más apoyo al EB. Si bien es habitual utilizar la autoubicación en el eje izquierda-derecha, huelga decir que su naturaleza multidimensional plantea la necesidad de captar mejor los factores implicados (Weber y Federico
Los criterios de merecimiento son reglas sencillas que utilizan las personas para juzgar el merecimiento de un individuo o de una categoría social. El cumplimiento de estas reglas genera la percepción de merecimiento que, asociada a la predisposición para cooperar o ayudar, se traduce en actitudes más o menos condicionales. Es importante detectar que no solo puede ser relevante la percepción sobre un caso o colectivo determinado, sino el uso, valor o importancia que se les da a los criterios
Los criterios identificados inicialmente por van Oorschot (
El argumento a favor de esta concepción proviene de la investigación de Feather (
Además, es posible identificar una motivación
Las consideraciones anteriores permiten respaldar un esquema más sintético de los criterios de merecimiento, respaldado en las motivaciones prosociales (
Como se puede observar, el hecho de que los criterios de merecimiento impliquen reglas que regulan la cooperación proporciona una mirada más amplia, caracterizada por su carácter normativo y moral (relativo a quién ayudar y por qué). En este sentido, es posible integrar los criterios de merecimiento en la perspectiva de la economía moral del EB (Taylor-Gooby
Por el lado de la ideología, los juicios de merecimiento según conducta pueden fundamentar el efecto del igualitarismo y la ética del trabajo (responsabilidad pública o individual, valor del esfuerzo) y los juicios según necesidad, el efecto del universalismo (cobertura selectiva o universal). Por el lado del autointerés, la posición desde la que un individuo realiza su juicio puede hacerle más o menos propenso a dar valor a la conducta y la necesidad según su propia experiencia de las fuerzas sociales. Además, en ambos casos los criterios de merecimiento aportan una fuente de variabilidad de naturaleza distinta: no solo es posible que fundamenten los efectos del autointerés y la ideología, sino que interfieran con ellos, distorsionando sus predicciones. Es decir, pueden ser transversales a distintos grupos sociales.
De cualquier modo, la concurrencia de distintas dimensiones explicativas de las actitudes hacia la condicionalidad permite pensar en el poder del encuadramiento o
Por último, es necesario destacar que el potencial explicativo de los criterios de merecimiento solo tiene sentido considerando, como apunta Conybeare (
Las investigaciones demoscópicas previas, incluso las más recientes, solapan las dimensiones de merecimiento y condicionalidad (Meuleman
A nivel teórico, una apreciación central para la distinción es que las actitudes hacia la condicionalidad se refieren a un objeto concreto, son de dominio específico. Parafraseando a Feather (
Los criterios de merecimiento, en cambio, son de dominio transversal y, más allá de la política social, existen en otros ámbitos como la justicia criminal (Cosmides y Tooby
De esta forma, entender adecuadamente la naturaleza distinta de cada dimensión, así como las interferencias que pueden producir los juicios de merecimiento respecto de la ideología y el autointerés, puede contribuir a reducir y comprender el grado de desajuste entre datos y teoría existente en los estudios; una cuestión que ha sido objeto de debate por autores como Petersen y Aarøe (
Considerando todo lo anterior, en primer lugar se deriva una hipótesis acerca de los criterios de conducta:
H1: Es posible construir de forma consistente una sola variable que englobe distintos criterios según conducta.
En segundo lugar, en relación con las interacciones:
H2: Los criterios de merecimiento interfieren en la relación de la ideología y el autointerés con las actitudes hacia la condicionalidad.
En tercer lugar, en relación con el uso de distintos criterios por distintos grupos sociales:
H3: Para los individuos políticamente a la izquierda e igualitaristas, los criterios de merecimiento según conducta y necesidad no serán relevantes.
H4: Para los individuos más autointeresados, los criterios de merecimiento según conducta y necesidad no serán relevantes.
Finalmente, en relación con las actitudes hacia la condicionalidad:
H5: Los individuos políticamente a la izquierda e igualitaristas desarrollarán actitudes menos condicionales.
H6: Los individuos más autointeresados desarrollarán actitudes menos condicionales.
H7: Los individuos que más usen los criterios de merecimiento según necesidad o conducta desarrollarán actitudes más condicionales.
H8: Los criterios de merecimiento tienen un peso explicativo central.
Considerando la hipótesis relativa a las interacciones entre las dimensiones explicativas (H2), se pueden plantear tres modelos de vías (
En primera instancia se considera el modelo A, que sirve de base y toma la forma de los modelos habituales de regresión múltiple, sin vías.
A continuación se plantea el modelo B, en el que sí existen vías: las dimensiones tradicionales de autointerés e ideología solo tienen un efecto indirecto en las actitudes hacia la condicionalidad a través de los criterios de merecimiento. En este modelo se obtiene una mirada a partir del hecho de que distintos grupos sociales usan distintos criterios de merecimiento. Además, permite evaluar si, a través de estos, se pueden interpretar la ideología y el autointerés.
Finalmente, el modelo C toma la misma forma que el anterior, pero añade los efectos directos de las dimensiones tradicionales sobre las actitudes hacia la condicionalidad.
Los datos usados provienen de una base de datos construida en el 2010 con una muestra representativa de la población de 16 años y más del principado de Cataluña (N=1900; más información al final del documento
Dado que el interés reside en el proceso de generación causal y en las relaciones que se establecen entre las dimensiones explicativas, independientemente de los niveles de las variables y su inferencia poblacional (el objetivo no tiene que ver con la legitimidad social de las prestaciones), el potencial de los datos sigue siendo válido y atractivo, a pesar de sus características geográficas (Cataluña, que podría no ser representativa de otros conjuntos de población) y temporales (período de crisis económica, dado que el contexto ejerce una presión).
Para contrastar la posibilidad de disponer de una sola variable que englobe los distintos criterios de conducta (H1), se construye una escala a partir de distintos ítems y se somete a un análisis de confiabilidad. Para ello, se usan los métodos de Análisis Factorial Exploratorio y Confirmatorio para obtener medidas de distintas propiedades relativas a la carga de un factor general.
La estrategia de construir escalas da consistencia a la
Los sistemas de ecuaciones estructurales permiten hacer frente al resto de necesidades expresadas por las hipótesis. Primero, para comparar los distintos modelos de vías para ver cuál muestra mejor ajuste a los datos y cómo interaccionan las distintas dimensiones explicativas (H2). Segundo, para contrastar el peso explicativo de las distintas variables (Hipótesis 3 a 8).
La selección y construcción de variables se realiza de acuerdo con las necesidades teóricas y metodológicas de la investigación. En esta sección se presenta la información indispensable para la lectura de los resultados, que se amplía en el
En relación con la dimensión del merecimiento, los datos son de gran interés porque permiten capturar la importancia o uso de la conducta y la necesidad como criterios de merecimiento (aunque no el de identidad). Siguiendo las aportaciones realizadas en el marco teórico, las variables utilizadas para hacer operativos los criterios de merecimiento se refieren a situaciones generales, y no a preguntas del dominio específico de una política social. Esto último sí se realiza para la variable dependiente principal (las actitudes hacia la condicionalidad).
Un total de ocho ítems captan cuestiones relativas al valor que se le da a la conducta para juzgar a quien se debe ayudar (tres relativas al esfuerzo, dos a la reciprocidad, dos a la responsabilidad y uno a la intencionalidad). Con estos se forma una escala en la que puntuar alto identifica un individuo para el que la conducta es un criterio importante de merecimiento, considerando que los individuos son responsables de su situación, que tienen que ser recíprocos, que el esfuerzo debe ponerse en valor y que la gente tratará de sacar ventaja indebidamente, si puede (el análisis de confiabilidad indica un valor de alfa ordinal de 0,64 y, en el apartado de resultados, esta escala se somete a un análisis más complejo en relación con la H1).
Para el caso del criterio según necesidad, se consideran tres ítems con los que se capta si para el individuo es importante la situación de necesidad como criterio de merecimiento. Para el caso, la escala reúne las respuestas a la pregunta de si se debe ayudar de forma preferente a menores de edad, a mayores de 65 años o a todo ciudadano (el valor de alfa ordinal asciende a 0,83). Las respuestas en la construcción de la escala se organizan de manera que alguien que puntúa alto es alguien que considera que solo merece ayuda quien está en situación de mayor vulnerabilidad. Al contrario, puntuar bajo identifica a un individuo para el que no es relevante la necesidad para discriminar entre merecedores y no merecedores, sino que toda persona lo es.
El análisis confirma que ambos criterios conforman escalas no correlacionadas. A nivel teórico, esto es importante porque pone de manifiesto la diversidad de criterios para juzgar el merecimiento; y, a nivel metodológico, indica que no son reducibles entre sí.
Con relación a las actitudes hacia la condicionalidad, la encuesta permite captarlas construyendo una escala de apoyo a distintos grados de condicionalidad (un valor de alfa ordinal de 0,73, que indica buena consistencia) a partir de ocho ítems. Los ítems que forman la escala reúnen la opinión acerca de las condiciones que deben exigirse en el caso de prestaciones por desempleo (cuatro ítems), rentas mínimas (dos ítems) y pensiones de jubilación (dos ítems). Siguiendo la conceptualización del enfoque de las condicionalidades, las categorías de respuesta dicotómica posibles son o bien ninguna condición, o bien algún tipo de condición relativa a las contribuciones pasadas y a la situación de necesidad (condiciones de circunstancia) o a las obligaciones como beneficiario (condiciones de conducta). La escala engloba todos los resultados, sin atender al distinto apoyo que pueda recibir cada programa: el interés reside en las condiciones, independientemente de los programas (que tienen en común que son transferencias monetarias y no servicios). A mayor puntuación, actitud más condicional.
En cuanto a la dimensión ideológica, siguiendo las indicaciones realizadas en el marco teórico, se utiliza tanto el autoposicionamiento en el eje izquierda-derecha como el grado de igualitarismo. El eje izquierda-derecha se hace operativo de forma ordinal, considerando las tres posiciones básicas de izquierda, centro y derecha (en este orden, de menos a más). Con relación al grado de igualitarismo, se forma una escala (el análisis de confiabilidad indica un valor de alfa ordinal de 0,67) que reduce las respuestas dicotómicas a cinco indicadores relativos al repartimiento de la riqueza en una sola variable, de menor a mayor igualitarismo.
Finalmente, en el caso del autointerés se construyen un total de seis variables ordinales. Las categorías están ordenadas de menor a mayor autointerés hipotético hacia un grado bajo de condicionalidad de la política social. En esta dimensión, en primer lugar, se captan distintas variables que cubren situaciones laborales o económicas que hipotéticamente provocan mayor autointerés. Se capta el nivel de estudios (siendo la categoría “sin estudios” la de los más autointeresados; es decir, la categoría más alta), la posición en el mercado laboral del individuo (siendo los parados los más autointeresados), las prestaciones que recibe el encuestado (identificando los más dependientes como más autointeresados) y, finalmente, el nivel de ingresos netos del hogar (siendo los que viven en hogares con menos de 1000 euros al mes los más autointeresados). En segundo lugar, como variables del autointerés también se utilizan las sociodemográficas de sexo y edad, siendo las mujeres y los individuos de mayor edad categorizados como los más autointeresados, por sus posiciones de mayor vulnerabilidad estructural.
En el marco teórico se ha expuesto la pertinencia de pensar en los criterios de conducta como una categoría conjunta (H1), avanzando hacia una conceptualización más sintética. Si bien ya se ha visto que la escala (que reúne criterios de reciprocidad, esfuerzo, responsabilidad e intencionalidad) tiene consistencia interna, en este caso interesa explorar otras propiedades. Los resultados de la
Nota para la interpretación: El alfa ordinal mide la consistencia interna de la escala. El análisis de omega realiza un análisis factorial y es indicativo de la homogeneidad (según la carga común a una variable latente y la estructura factorial). El estadístico ECV se refiere a la unidimensionalidad, siendo el resultado la razón del autovalor del factor general con la suma de todos los autovalores.
Es posible, por tanto, concebir una sola categoría de criterios de conducta sin perder información. Sociológicamente, lo más relevante es identificar que esto es posible porque, en común, subyace un juicio moral que opera con la mecánica básica entre conducta y resultado y la reciprocidad fuerte como motivación.
En relación con la hipótesis sobre la centralidad de los criterios de merecimiento, en la
Nota para la interpretación: Un valor pequeño del chi-cuadrado indica mejor ajuste y es deseable que no sea significativo a nivel estadístico (teniendo en cuenta que, cuanto más grande la muestra, más fácil resulta que sea significativo). Para el estadístico RMSEA, se considera un buen ajuste valores inferiores a 0,08, mientras que los valores de AGFI, Bentler CFI y Bollen IFI muestran buen ajuste con valores superiores a 0,90-0,95. Finalmente, el valor de AIC es útil para la comparación entre modelos y, cuanto menor sea su valor, mejor. Es preferible encontrar un modelo sobreidentificado: al trabajar con más grados de libertad, indica una evidencia mucho más fuerte.
Considerando lo expuesto en el marco teórico, estos resultados pueden interpretarse como evidencia a favor de la idea de que, a través del merecimiento, es posible fundamentar y comprender mejor los efectos del autointerés y la ideología. De hecho, teniendo en cuenta que la cantidad de varianza explicada de los criterios de conducta y de necesidad por parte de las dimensiones tradicionales (R2 = 0,07 y R2 = 0,149) es más bien baja (especialmente para el caso de los criterios de conducta), hay que considerar que no solo existe una mediación con los efectos del autointerés y la ideología, sino que los criterios de merecimiento atienden a una parte importante de la variabilidad que quedaría inexplicada si no se atienden.
La canalización o fundamentación de los efectos del autointerés y la ideología a través del merecimiento se puede analizar en mayor detalle con los coeficientes de regresión de la
Nota: *p <0.1; **p <0.05; ***p <0.01
De forma general, los individuos de derechas y los menos igualitaristas dan importancia a los criterios de conducta (H3) y son más propensos a desarrollar actitudes más condicionales (H5). Específicamente, es interesante destacar que la posición de derechas tiene que ver, sobre todo, con la valoración de la conducta (el coeficiente del criterio de necesidad no es significativo). Así, la canalización del merecimiento de este efecto implica que lo relevante de ser de derechas es específicamente la valorización del esfuerzo y la responsabilidad individual.
En esta misma línea, una mirada a través del grado de igualitarismo muestra que los más igualitaristas no usan criterios de conducta y necesidad (H3) y que, en consonancia, muestran actitudes hacia la condicionalidad más generosas (H5). El hecho de que el igualitarismo tenga más influencia en el criterio de necesidad que en el de conducta (coeficiente menor) indica que su efecto se da especialmente a través de la consideración de la responsabilidad pública en un mínimo social universal, que tiene que ver con el criterio de necesidad. De todas formas, su relación negativa con el criterio de conducta también indica que su efecto se basa en anular la importancia de la conducta como criterio de merecimiento.
Considerando la dimensión del autointerés, se observa que la canalización a través del merecimiento se produce de manera tal que distintas posiciones estructurales utilizan criterios diferentes. Los resultados identifican que esto es más claro para los juicios según necesidad: de forma significativa, los que ingresan menos en el hogar, los que están desempleados y los que no tienen estudios, no usan estos criterios (H4). Además, atendiendo a la edad y la posición en el mercado (las dos únicas variables significativas en el caso del autointerés), se puede afirmar que los más autointeresados tienen actitudes menos condicionales (H6).
Volviendo a la dimensión del merecimiento, parte del impacto del autointerés en la formación de actitudes hacia la condicionalidad se canaliza a través de la aplicación del criterio de necesidad, de manera que se traduce en una apuesta para la cobertura universal de un mínimo social. Considerando la teoría, esto tiene todo el sentido, dado que interés y necesidad están íntimamente relacionados. En ambos, la motivación tiene que ver con mejorar las propias oportunidades, de manera que los más necesitados son, a la vez, los más autointeresados.
Hay que decir que la edad presenta un signo contrario (positivo) en este caso, pero interpretable igualmente como medida de autointerés expresada en el uso del criterio de necesidad. En la construcción de la escala se incluía una variable que identificaba a los mayores de 65 años como colectivo al que focalizar la ayuda. Así, teniendo en cuenta cómo ha sido construida la variable del uso del criterio de necesidad, se explica que la variable edad muestre un signo contrario al resto, tendiendo a la focalización al reconocer su propia situación. A pesar de ello, en contra de lo que cabría esperar según la hipótesis de la competitividad por los recursos, en relación con las actitudes hacia la condicionalidad los resultados muestran que estos mismos individuos de mayor edad prefieren una baja condicionalidad de la política social (H6). A nivel moral, por su situación estructural específica, juzgan el merecimiento de una determinada manera (dan importancia a la necesidad), pero esto no se traduce en una mayor condicionalidad en general. En este caso, distinguir entre merecimiento y condicionalidad permite ofrecer una explicación a estos resultados ambivalentes, excluyendo la idea de la hipótesis de la competitividad.
Siguiendo con el autointerés en su relación con el merecimiento, pero centrando la mirada en los criterios de conducta, se observa que hay mayor desajuste entre los signos de los coeficientes. La hipótesis,
Para seguir profundizando en el papel del merecimiento y sus interacciones, resulta útil recurrir a la comparación de los efectos directos e indirectos en la formación de las actitudes hacia la condicionalidad (
El
De forma interesante, el
Además, si bien hasta ahora el foco se ha puesto en cómo el merecimiento interfiere, canaliza y fundamenta parte de los efectos de las variables tradicionales, los criterios de conducta y necesidad tienen los coeficientes de regresión más elevados (H8), más del doble que el igualitarismo, que les sigue.
En conjunto, todos los resultados apuntan a la importancia tanto cualitativa (por la canalización de los efectos y las interferencias) como cuantitativa (por su peso) de los criterios de merecimiento en la explicación de las actitudes hacia la condicionalidad.
Retomando los objetivos principales de la investigación, el análisis ha mostrado el gran poder explicativo de los criterios de merecimiento en el ámbito de las actitudes hacia la condicionalidad (más que el autointerés y la ideología): cuanta más importancia se da a la conducta y a la necesidad como criterios de merecimiento, mayor condicionalidad. La integración con las motivaciones prosociales y la idea de la economía moral de los EB anticipaba, en el marco teórico, las razones que hacen comprensible la centralidad de los criterios de merecimiento. Esto tiene que ver con su capacidad para fundamentar los efectos de la ideología y del autointerés, pero, especialmente, por atender a claves explicativas habitualmente desatendidas. Los criterios de merecimiento tienen que ver con las reglas que regulan la cooperación: sitúan la idea de un
La relevancia de los resultados tiene que ver, además, con el tipo de actitudes estudiadas. Las actitudes hacia la condicionalidad se han definido a partir de la tipología de condiciones identificadas por Clasen y Clegg (
Dar respuesta a la pregunta de investigación ha supuesto distinguir las dimensiones de merecimiento y condicionalidad, siendo la primera explicativa de la segunda. Los criterios de merecimiento tienen que ver con juicios morales que realizan los individuos en la esfera de la opinión pública (dominio transversal), y las actitudes hacia la condicionalidad, con el diseño de la política social y las actitudes relativas a las condiciones de acceso y mantenimiento de la condición de beneficiario (dominio específico). Hay que apuntar, en este sentido, que ha sido posible concebir una categoría general de criterios de conducta, sintetizando el esquema original.
Si bien los criterios de merecimiento según conducta y necesidad han sido la dimensión explicativa central con diferencia, se ha podido observar que el autointerés y la ideología se relacionan con las actitudes hacia la condicionalidad según lo esperado (los individuos más igualitaristas y de izquierdas, así como los situados en posiciones estructurales más desfavorables, son menos condicionales). También se ha corroborado que distintos grupos sociales usan distintos criterios, aunque los resultados obligan a matizar la afirmación en dos direcciones. Primero, el autointerés y la ideología tienen una capacidad limitada para explicar los criterios que se usan. Segundo, gracias a la distinción entre merecimiento y condicionalidad, se observa que se pueden apoyar determinados criterios de merecimiento según la posición estructural sin que automáticamente impliquen un grado específico de condicionalidad de la política social (aportando evidencia para refutar la hipótesis de la competitividad por los recursos).
Teniendo en cuenta que la retroalimentación entre opinión pública y diseño de la política social provoca un acercamiento entre ambas, el potencial de los criterios de merecimiento reluce al considerar el encaje entre el esquema de los criterios de merecimiento y la tipología de condiciones de la política social detectada por Clasen y Clegg (
En primer lugar, la importancia de los criterios de merecimiento es una muestra de las resistencias o apoyos que el diseño e implantación de una política social puede encontrar, dado que apuntan a los conceptos con los que opera la opinión pública. En este sentido, la existencia e importancia de los criterios de merecimiento hace plausible el giro hacia las políticas de activación laboral e inversión social desde la opinión pública. En segundo lugar, en relación con la comunicación política, el análisis empírico da cuenta del poder que pueden tener los mensajes relativos a motivar el desarrollo de actitudes anteponiendo las cuestiones basadas en el merecimiento. Cuanta mayor parte de la población perciba conductas que no generan merecimiento entre los beneficiarios de una política social, más condicionales y menos a favor de esa política se mostraran. Por contra, si los mensajes se dirigen a poner en valor la situación de necesidad de la población beneficiaria de prestaciones (y no sus conductas), un mayor número de gente formará sus actitudes basándose en la solidaridad. Asimismo, es posible pensar en estrategias discursivas que no traten de anteponer el merecimiento, sino el autointerés o la ideología (Chong, Citrin y Conley
Finalmente, teniendo en cuenta las limitaciones del presente estudio, así como sus resultados, cabe remarcar el interés de futuras investigaciones:
Observar el efecto del contexto en la valoración de distintos criterios de merecimiento, comparando su presencia en distintos países. Si los criterios de merecimiento son usados de forma transversal, ¿es posible entender a través de ellos el apoyo amplio y estable a los EB y, a su vez, las diferencias entre países?
Diseñar encuestas u otros instrumentos especialmente pensados para captar criterios de merecimiento de forma transversal y actitudes hacia las condiciones específicas de categoría, circunstancia y conducta.
Los datos se obtuvieron a través de encuestas telefónicas llevadas a cabo entre los días 15 y 29 de marzo de 2010. Se trata de un muestreo por cuotas, estratificado por provincias y dimensión del municipio, con selección de municipios de forma proporcional y de individuos aleatoriamente siguiendo cuotas cruzadas de sexo y edad. Más información: